jueves, 25 de febrero de 2010

Cuando pase el temblor.


"Al mal tiempo, buena cara". O al menos eso es lo que recitan nuestros abuelos desde hace ya bastantes años; apenas han transcurrido unos cuantos días de éste nuevo año y el frío se siente y se respira, incluso es como si nos calara hasta los huesos, las lluvias inundan nuestras avenidas y, en algunos casos nuestras esperanzas, arrastrando con ellas bienes por los que se trabaja incansablemente. El clima económico y social tampoco parece estar de nuestro lado, ya ni siquiera los políticos que nos representan aciertan en sus conductas y comentarios racistas por demás discriminatorios, denigran el color de la piel, las preferencias sexuales y la condición de género; juzgan maliciosamente las creencias religiosas y por supuesto erróneamente la posición económica.

Las condiciones y posturas se presentan en los medios de comunicación a diario, mientras la iglesia opina, infiere y especula, los legisladores replican y el ejecutivo federal se mantiene al margen y, simulando la existencia de un total apartamiento la Procuraduría General de la República también pretende hacerse presente participando activamente en la controversia frenando los esfuerzos realizados para fomentar la tolerancia al interior de nuestro país.

Para librar esta batalla se ha tomado como estandarte no una imagen de la Guadalupana, por el contrario, se levanta la voz nombrando a los derechos humanos, a la equidad y a la libertad, la misma que festejamos desde hace cien años: la libertad de expresión, de acción y de unión dentro del marco de un país soberano y laico.

Un país que no da cabida a los matrimonios entre personas del mismo sexo porque ante los líderes de la iglesia, los políticos conservadores y asociaciones no gubernamentales está "mal visto", ya ni nombrar el tema de la adopción porque la concepción de la misma es casi innombrable. Aún cuando al interior de las familias mexicanas integradas por parejas heterosexuales impera la violencia familiar, los abusos, el incesto, el incremento de los índices de divorcios, entre otros. En resumen en la mayoría de los casos la pareja llamada "natural" no es sinónimo de estabilidad familiar y mucho menos de amor paternal.

Y sin embargo un país que aún en tiempos difíciles, discuciones acaloradas y conflictos que creemos nos inundan de incertidumbre, alberga la esperanza de los tiempos nuevos. Porque con todo y las ráfagas de viento y diluvios, tenemos la completa libertad de demostrar la enorme calidad humana que nos caracteriza como mexicanos, compartiendo lo mucho ó poco que tenemos con aquellos que sufren en carne propia nuestros desconsuelos pasados.

Donaciones en especie se embarcaron y partieron de puertos mexicanos hacía el Caribe para obsequiar esperanza que sin duda expresa nuestros sentimientos de empatía y solidaridad. Mientras algunos más nos reconfortamos con las sonrisas de niñas hermosas que anhelan sentirse queridas por extraños que terminan convirtiéndose en su familia. Porque la intención real de formar una familia es amar sin condiciones y sin diferencias que dividan opiniones. Es dar sin esperar nada a cambio, es confiar y respetar y sin duda alguna es aceptar.

Es cierto que cuando pasa la tormenta viene la calma, así que una vez más nuestra confianza es depositada en nuestra democracia, en nuestra fuerza de voluntad y en hacer nuestras las oportunidades de la situación actual. Así seguramente cuando pase el temblor, la calma llegará de nueva cuenta y los recuerdos serán las lecciones de vida que nos premian con sus invaluables enseñanzas.

Nos leemos luego.




Una de vaqueros.


Pluralidad, variedad, diversidad, todos ellos son sinónimos de complejidad, sin embargo algo que es diferente no tiene porque ser confuso y por consecuencia directa lo confuso no siempre será diferente. El ser humano está tan acostumbrado a los estándares y a lo comúnmente establecido que cuando se le presenta una oportunidad que puede originar controversia, el miedo se antepone a la propia realidad y es entonces cuando calificamos de antinatural lo que desconocemos ó nos parece extraño. Hablar de diversidad sexual es acumular todas y cada una de las expresiones mundanamente sexuales, incluida la heterosexual.


Nos "acostumbraron" a que la relación natural es aquella que involucra a un hombre y una mujer, pero esto más en el sentido propio de la complementariedad reproductiva, sin embargo ¿Es verdaderamente la reproducción de la especie el sentido mismo del acto sexual como tal? Personalmente estoy convencido que no, porque entonces ¿Qué lugar asignamos a una relación entre dos mujeres ó bien aquella entre dos hombres?


En nuestro país el respeto a la pluralidad (en todas sus formas) no se asemeja ni por aproximación a un hecho cotidiano, es decir a una realidad palpable, pero... También es cierto que el tiempo transforma las creencias. Las influencias que a diario nos llegan traducidas en información a través de los medios de comunicación principalmente, ayudan en grandes dimensiones, por lo tanto no podemos obviar las corrientes que revolucionan el continuo andar de las grandes sociedades.


No pienso ni por equivocación adentrarme en el dílema de sí ¿Se nace ó se hace? Creo que es más importante enfocarnos en el respeto a las diversas expresiones sexuales, defender la posibilidad de gozar de relaciones placenteras y responsables, además de impulsar acuerdos sociales que eduquen contra la homofobia, compromisos que den paso a la tolerancia y por supuesto eviten a toda costa la discriminación.


Al final del día, muy íntimamente, con la luz prendida ó con la luz apagada, el acto sexual no es un listado de reglas específicas sobre el uso de orificios y órganos, es, mucho más que eso, es el intercambio de experiencias, de caricias, de besos, de sudor corporal que salpica las veladas románticas y, ya entrados en detalles es ese gustillo que nos provoca sabernos deseados y que nos motiva a amar sin condiciones y por supuesto sin gastados estereotipos.


No hace falta escalar la montaña para ocultarle secretos a los escépticos, lo mejor será convencernos que el tema de la diversidad sexual está más activo que nunca en la sociedad mexicana y, cohabita diariamente con el en forma tan sólo de seres humanos.

Nos leemos luego.