lunes, 23 de noviembre de 2009

Hoy


El día de hoy parecía un día normal, un día como cualquiera. Las mismas construcciones que sirven de paisaje en ésta ciudad, los mismos cientos de vehículos circulando por la mismas grandes avenidas, la misma canción que no me canso de escuchar desde hace dos semanas y por supuesto, otra manifestación más del Sindicato Nacional de Electricistas que me mantendrá detenido en medio de la nada por algún par de horas.

Disminuyo el volumen del estéreo para escuchar a mis pensamientos, los mismos de siempre, los recientes. Lentamente se empiezan a proyectar imágenes articuladas frente a mí, recortes de experiencias pasadas, recuerdos, vivencias, logros y desencuentros.

Éste año que se extingue con la llegada de las compulsivas compras y los abrazos sinceros, trajo consigo una cantidad exorbitante de momentos que se cuentan de cinco en cinco con cuatro rayitas verticales y una diagonal. Particularmente éste año me atreví a ser más arriesgado, aprendí a nadar y a bailar. Le escribí a esa persona especial mis sentimientos celosamente guardados en el fondo de mi corazón. Me aventuré a emprender nuevos proyectos y también nuevas metas que al transcurrir de los días se convierten en una realidad tangible.

Alguien alguna vez me dijo que era casi imposible hacer buenos amigos al salir de la universidad y sin embargo éste año también conocí a mis nuevos mejores amigos, cómplices todos de desvelos, rupturas y viajes extremos. Compartí más tiempo con mi familia y sin duda he reído bastante, demasiado para ser honestos.

Éste año, trajo consigo incontables fuentes de inspiración convertidas en canciones y detalles, personas, situaciones y coincidencias, demasiadas coincidencias, tantas que no las creo, aportando también el valor para expresarlas y sin duda alguna también la oportunidad de compartirlas.

El denominador común ha sido vivir el día de hoy como si fuera el último, no guardar sentimientos buenos ó malos, por el contrario expresarlos todos. Pedir perdón y decir “te quiero” sin esperar fechas especiales ó citas marcadas en la agenda. Escucharte, entenderte y aceptarte tal cual eres para así escuchar, entender y aceptar a los demás, creer en tu gran capacidad para lograr aquello que se visualiza como imposible. Dejarte sorprender por las cosas simples, tan ordinarias que terminan por ser extraordinarias. Abrazar a los miembros de tu familia sin razón alguna, hacerles saber que te importan y que estás ahí incondicionalmente por ellos y para ellos y por supuesto nunca esperar recompensas por las buenas acciones. Hacer lo correcto y no lo justo.

Un ensordecedor sonido de bocinas me ha vuelto a la realidad, parece que finalmente lograremos avanzar. Subo el volumen a la misma canción y una gran sonrisa se dibuja en mi rostro. Hoy es un día único.

Un abrazo bien fuerte.

Nos leemos luego.


Víctor Camacho Islas.




*Editorial en la Publicación Rumiantes y Más, Noviembre-Diciembre 2009.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Cuidado, mucho cuidado.


Aún en contra de todos mis pronósticos y mis desmedidas previsiones terminé por enamorarme perdidamente de ti, me enamoré de tu sonrisa traviesa que ya mismo ha provocado que yo mismo sonría al escribir ésta líneas, de tu paciencia y de tus incontables detalles. Me enamoré de la persona y no del personaje ó como bien dirías tú aposté por el capital y no por el interés. Me arriesgué a darte tanto y por supuesto que no me refiero al tiempo, porque seamos sinceros el tiempo fue insuficiente; tampoco a los detalles convertidos en obsequios porque esos son los que menos valor tienen para mí. Me refiero por supuesto a lo que hay en mi interior, mis pensamientos, mis sentimientos y mi forma de sentirte, de sentirnos.


Durante la cena en nuestra segunda cita -para mí la primera en realidad- con tu suéter de color gris y detalles que dibujaban tenues rombos lilas te hablaba de mi escepticismo para entregar “todo”, te contradije e incluso te acusé de confiar demasiado. Te decía que no era sano dejarte simplemente llevar por la situación y la persona y, sin embargo lo hice, soy yo quien ahora se acusa de ingenuo ó en definitiva hasta de crédulo.


Sin embargo no me arrepiento de haberte dado todo, porque ¿Sabes? Tenías mucha razón somos muy parecidos, ambos queremos lo mismo, buscamos a esa persona especial que nos permita dar todo el amor que tenemos guardado y que repartimos entre los miembros de nuestras familias y por supuesto con los amigos. Por esa razón, por tu mirada en la que me perdía a diario, por tu actitud desenfadada, por esa característica tuya de no hacer distinciones entre las personas y por supuesto por tus manos, tu pelo despeinado después de estar recostados en la cama y por esa cara tierna me arriesgué a entregarte lo más preciado y mejor guardado: mi corazón.


Conocí tu lado extremo y me encantó, y festejé tu genialidad para preparar huevos con jamón por la mañana, terminaste por quedarte con mis pensamientos cuando te recostaste en mi pecho y nuestro respirar desnudo se sincronizaba. Nos tomamos fotos y bebimos vodka juntos, nos abrazamos olvidándonos del tiempo y del espacio y no puedo omitir que también nos besamos mucho, demasiado.


Pero un buen día mi intolerancia se hizo presente y de pronto ya no pude quedarme contigo, nos empezó a estorbar algo, pudo ser una basurita en el ojo izquierdo, una piedra en el zapato ó quizá fue una sombra desgarbada; se me hacía imposible esperar a que las cosas se resolvieran solas ó con la varita mágica del Mago Merlín, me lo dijiste: “No necesitas la varita de ningún mago, lo único que deseo es que me quieras mucho” bueno al final del día no bastó sólo con eso, porque no he aprendido a ser paciente cuando están en riesgo mis propias emociones.


¿Recuerdas que te dije que no creía en las coincidencias? Y sin embargo estas nos bombardeaban incesantemente, mi primo dice que cuando más le huyes a algo, más te acosa. No recuerdo cuantas coincidencias nos hicieron reír y temblar al mismo tiempo, sin duda fueron bastantes, una fotografía detrás de un artículo en cualquier revista, un par de tarjetas de presentación, una relación del pasado, nombres, situaciones, lugares, en fin tu sabes que fueron demasiadas pero escuchándote cantar “Human” de The Killers el sábado por la noche llegando a tu casa, me di cuenta que efectivamente las “coincidencias” no son sino más que situaciones curiosas que nos juntan en determinados momentos, esos momentos que se suman de cinco en cinco, con cuatro rayitas paralelas y una diagonal.


Así, que hoy pongo fin a mi relación contigo. Cierro el ciclo de las coincidencias y de las relaciones pasadas. Y nuevamente enfoco mi postura ante este tipo de eventualidades al mismo tiempo que mi cautela exageradamente agigantada se refugia bajo mi almohada.


Nos leemos luego.

viernes, 30 de octubre de 2009

Huevos con jamón.



Se dice -comúnmente- que uno es lo que come, es decir tus hábitos alimenticios hablan mucho de quien eres y yo creo definitivamente que uno también es lo que escribe. A lo largo de éste último año y medio que me entregué por completo al arte de plasmar en letras y palabras mis sentimientos, emociones, secretos, planes y proyectos, aventuras y por supuesto experiencias, he descubierto un nuevo yo, un ser humano que se acepta tal y como es, por consecuencia directa más arriesgado y que día a día intenta poner su mayor esfuerzo para hacer de éste mundo tan complicado pero animado, un mejor lugar para vivir… Error: convivir.


Pues bien, mientras a nuestro alrededor, en los billetes de cien pesos que conmemoran el centenario de nuestra revolución mexicana, equivocadamente se lee una leyenda que ha pretendido definir nuestra mancillada democracia a lo largo de años; al exterior de algunos antros y bares del “Defe” un grupo de fundaciones han dispuesto colocar autos colisionados para fomentar en los jóvenes un consumo responsable del alcohol, esta mañana te desperté para que me prepararas el desayuno.


Ayer ó mejor dicho hoy muy cerca de la una de la mañana, cuando manejabas tu auto rojo a un costado del mío y con tu mano derecha hacías señas para despedirte efusivamente, nuevamente corroboré mi teoría acerca de que todo lo que nos pasa es indudablemente porque somos nosotros mismos quienes lo buscamos. Nos damos a la tarea de inconsciente ó bien muy conscientemente, con toda la claridad que nos provee el tener nuestros objetivos bien plateados, encontrar lo que andábamos buscando, y es así, cuando de la nada casi intempestivamente sucede algo que nos obliga a andar por la vida con nuestros pensamientos enclavados en otro tiempo y espacio.


Les decía que hoy desayuné huevos con jamón, en un lugar cálido que me hizo añorar el tiempo compartido con uno de mis personajes favoritos de la historieta de mi vida: mi primo. Los detalles, los juguetitos meticulosamente colocados en lugares específicos, los colores vivos y hasta las numerosas plantas me recordaron cuanto ha significado para mí reencontrarme con él y, lo mucho que lo extraño para platicarle sobre ésta nueva aventura que recién está comenzando, sé que seguramente me va a cuestionar ¿Cuánto significa mucho? Y por eso debo aclarar que mucho siempre será “un montón”.


Mi teléfono móvil está vibrando, es la tercera vez en un periodo de cinco minutos -más, menos- y de repente la expectativa de escucharte se hace menor, me está gustando mucho esto de tenerte presente en mis pensamientos y caray… ufff… por supuesto me ha encantado la apasionada sesión de besos en tu cocina repleta de una increíble colección de vacas lecheras mientras lavabas los trastos…


Así que efectivamente, uno es lo que come… y escribe.


Nos leemos luego.

martes, 25 de agosto de 2009

Viaje a las Estrellas


Cuando somos niños el poder de nuestra imaginación es infinito y sin lugar a dudas nuestro límite es el cielo. Es justamente durante nuestros primeros años con la influencia de la familia ó bien en el colegio con los amigos cuando nuestros sueños se empiezan a transformar en aquellos objetivos que intentaremos concretar a lo largo de nuestras vidas.


Sin embargo, son pocos los verdaderamente arriesgados, quienes, al pasar de los años mantienen aún presentes las expectativas que se forjaron en la infancia. José Hernández, un mexicano nacionalizado estadounidense con casi cincuenta años de edad, es la prueba fiel de que los sueños que se poseen cuando se es niño, se pueden convertir en una realidad. En un par de días el Discovery -primer transbordador espacial cuya tripulación cuenta con dos miembros de origen hispano, entre ellos Hernández, quién en recientes entrevistas confesó que desde niño quiso volar al espacio- aguarda pacientemente su lanzamiento y cumplir así una misión de trece días en la Estación Espacial Internacional.


Particularmente este fin de semana, una persona a quien admiro mucho y cuya manera de conducirse, además de su desarrollo profesional han influido en el mío propio, compartió conmigo una reflexión sobre las sueños, el trabajo, la dedicación y el esfuerzo que implica cumplirlos: “El verdadero éxito en la vida se basa en la sabiduría que nos brinda la capacidad de adaptarnos a las condiciones de la vida misma”


Así que, lejos de frustrarnos cuando creemos que las circunstancias nos obligan a olvidarnos de nuestras metas ó nuestros sueños, es justo que volvamos la vista y recapitulemos nuestras acciones para de ésta manera orientar de nuevo los objetivos que verdaderamente son primordiales, porque, en definitiva los sueños cambian a medida que acumulamos vivencias a lo largo de nuestra existencia, pero lo que nunca debe modificarse es la ilusión de creer en uno mismo y en los demás, la fe para continuar soñando y la fuerza de voluntad para convertir aquello que más anhelamos en una realidad.


Gene Roddenberry (creador de Star Trek) lo sabía, llegaría el momento en que más de uno desearíamos tripular la nave Enterprise para emprender nuestro propio viaje a las estrellas.


Nos leemos en el espacio.

miércoles, 19 de agosto de 2009

El camino a la perfección.




Estoy sentado en la terraza de un reconocido café literario de la ciudad más importante de éste país que horas más tarde reportará su cifra más elevada de asesinatos intencionales -más de cincuenta en un solo día- el clima es cálido y por momentos una brisa suave refresca mi rostro.


Desde ésta posición mi visión sólo alcanza a percibir a mí costado izquierdo a un joven que interactúa con su computadora personal descargando un sin fin de emociones, el mismo que se aísla con un arma bastante poderosa y efectiva: un par de enormes audífonos; frente a mi el panorama es totalmente distinto, más humano, con una pareja que no para de mirarse y busca cualquier excusa para tocarse y con ello demostrar la fascinación del uno por el otro; a lo lejos se escuchan voces y risas que rompen por completo la tranquilidad que pretende proporcionar el ambiente. Mientras, yo me mantengo a la espera, debían pasar al menos veintisiete minutos antes de verte, así que me plantee comprar un libro de uno de mis autores favoritos -Haruki Murakami- para leer un rato, tomar un refresco de cola sin azúcar y fumar un par de cigarros.


He leído únicamente diez páginas de éste libro nombrado por su autor “Sputnik, mi amor” y ya me he encontrado con una frase que me ha obligado a detener mi lectura, beber otro sorbo de refresco de cola sin azúcar y recapitular mi aventurado día: “En nuestra vida imperfecta las cosas inútiles son, en cierta medida, necesarias. Si de la vida imperfecta desaparecieran todas las cosas inútiles, la vida dejaría de ser, incluso, imperfecta”. Estoy en ésta ciudad porque acudí a un evento del gremio veterinario -para lo cual también tuve que vestir formalmente, ya que, entre la selecta lista de invitados se incluían importantes figuras de la función pública- y por supuesto también, para comer juntos mientras charlamos sobre aquellos temas pendientes.


Sin embargo, previo a éste momento de calma que es interrumpida por las cada vez más ruidosas carcajadas que se pierden a lo lejos, el día de hoy comenzó muy temprano, justo cuando opté, por la premura del tiempo, ducharme con agua fría a las cuatro de la mañana después de programar erróneamente mi despertador a las 3:00 p.m. y no a las 3:00 a.m. (la imperfección se hizo presente) razón por la que no se cumplió con el objetivo para el que están diseñados todos los relojes despertadores: anunciar con una misma estridente melodía que es hora de abandonar la cama, a pesar de ello me despertó el conductor del taxi que pedí la noche anterior como parte de los preparativos que afanosamente intentaban impedir cualquier contrariedad para acudir puntualmente al punto de reunión de donde el transporte contratado que habría de trasladarnos al lugar del evento partiría a las 4:30 horas anticipándose a los largos periodos de tiempo perdidos por el atemorizante tránsito (no tráfico como comúnmente es llamado) vehicular que obligadamente incluye el visitar esta ciudad; en veinte minutos -un tiempo record, debo reconocer- estuve casi listo y digo casi porque terminé poniéndome los zapatos, las mancuernillas, la corbata, el reloj y el cinturón en el interior del taxi. Llegué retrasado solo por escasos minutos.


Sentado en la misma terraza del mismo reconocido café literario, me he puesto a pensar en la exigida tarea de crear una “vida perfecta”: elegir una profesión, estudiar cuatro ó cinco años, graduarte, conseguir un trabajo, continuar estudiando, comprar un auto, enamorarte, adquirir una casa, casarte, tener hijos, formar una familia y vivir de acuerdo a los estándares de la sociedad. Lo más curioso en este caso es que al final del día somos nosotros mismos quienes creamos el concepto de la perfección. Pero ¿qué sucede cuando la imperfección es parte de lo que eres y sientes?


Mi reloj marca las 13:30 horas, momento en el cual el entorno cambia por completo, se ha transformado en el íntimo ambiente de un restaurante, contigo justo frente a mí, en la mesa hay dos platos uno contiene una ensalada de pollo y el otro puntas de res en salsa de cacahuate, hemos decidido charlar sobre los temas pendientes, impacientes los dos, inexpertos los dos, tanto que no esperamos al postre para endulzar la charla que amenazaba con no ser lo que ambos queríamos, pero que sin duda alguna era necesaria.


Me has preguntado con tu característica actitud arrebatada ¿Por qué miras tanto mi boca? Reí, pero no te respondí. Me pareció que era obvio, el lenguaje corporal nunca se equivoca, la única razón justificada es que moría de ganas por besarte y guardar en mi memoria el sabor de tus labios.


La charla continuó, los temas nunca fueron los mismos, me confesaste incluso algunas de tus preocupaciones y temores. El tiempo pasó demasiado rápido según mi percepción y llegó la hora en la debías volver a la oficina a calcular el pago de los impuestos y realizar algunas llamadas telefónicas, yo por el contrario no tenía nada que hacer, pensé esperarte pero las probabilidades de que salieras a tiempo eran poco favorables, parece que poco a poco me estoy acostumbrado a tus horarios de oficina tan acaparadores.


Así que nos despedimos y si, efectivamente tenías mucha razón, lamentablemente las despedidas son muy difíciles, “Es espantoso cuando te despides de alguien que quieres que no se marche, que quieres y que anhelas permanezca a tu lado y que te abrace bien fuerte. La sensación de vacío es casi incontrolable y sufres porque la distancia impide el permanecer juntos en todo momento” dijiste, mientras tomábamos el café después de comer. Aún no nos alejábamos lo suficiente y ya comenzaba a extrañarte, pero súbitamente mi teléfono móvil vibró, era un mensaje tuyo que agradecía cariñosamente los momentos compartidos.


¿Acaso fue una tarde perfecta? Definitivamente no. Fue definitivamente imperfecta, porque así tenía que ser, porque así quisimos que sucediera, porque en la medida en que algo no es perfecto, se convierte en la causa obligada para mejorarla. Fue, simplemente, un breve encuentro casi perfecto. Tan cercano a lo perfecto que permitió que considerara inútil el frustrarme por el imprudente que no paró de discutir por teléfono mientras yo pretendía dormir en el autobús de vuelta a casa después de una “desmadrugada” y mucho menos con el final de la película donde tontamente la protagonista elige -muy para pesar de todas y todos- a la persona incorrecta y por supuesto tampoco me frustraron los extranjeros que te acosaron el fin de semana, porque si de algo estoy completamente seguro es que ninguno podrá robarte el corazón.


¿Crees que podríamos llegar a ser la pareja perfecta? Por favor di que no y así cada día nos veremos obligados a caminar juntos el camino hacía la perfección, nuestra particular percepción de la perfección donde las cosas inútiles como los finales de las películas que no nos gustan, lidiar con los extranjeros, ducharte con agua helada ó tropezar con la acera y pretender que no sucedió nada son, sin más, cosas insignificantes que rodean nuestras vidas casi perfectas.


Estoy a punto de caer profundamente dormido así que antes de rendirme a lo que bien parece será un merecido descanso, quiero prometerte una cosa: siempre te abrigaré con mi saco ó mi chamarra ó mi suéter y si no tengo nada que te haga olvidarte del frío, te doy mi palabra de abrazarte bien fuertototote.


Nos leemos luego.

lunes, 10 de agosto de 2009

Y de pronto te vi...


11:55 pm
Andén C de cualquier estación de trenes, de cualquier ciudad, de cualquier país.

Como si se tratase de un sistema de posicionamiento global, todos y cada uno de los reflectores que intentan iluminar una noche fría y oscura, una noche aparentemente sin estrellas, una noche donde parece ser que el tiempo se ha detenido haciendo aún más evidente la soledad de los pocos que deambulan en ella tratando de sobrevivir, los mismos reflectores que intentan iluminar la noche fría y oscura han decidido enfocar a un joven que aguarda el arribo del último tren.

Un joven común y corriente, más común incluso que cualquiera, un joven desgarbado, sin nada que lo haga especial ó que particularmente pudiera captar nuestra atención en el Andén C de cualquier estación de trenes, de cualquier ciudad de cualquier país. Un joven que viste un par de jeans muy desgastados, incluso rotos, una chamarra de cuero negro que deja asomar una sudadera gris con capucha también desgastada a la que incluso se le asoman algunos hilos como si pretendieran destacar de entre tanta cotidianidad y, unas zapatillas deportivas de color verde que celosamente resguardan incontables huellas de largos caminos recorridos.

El joven continúa aguardando, recargado en un muro como quien aguarda la venida de los tiempos nuevos, de su hombro cuelga un bolso que parece almacenar una computadora portátil, el mismo bolso que luce deformado porque seguramente también almacena notas, libros y lápices afilados, recuerdos y anécdotas pasadas, más notas escritas con lápices afilados y más libros, tickets de trenes y de consumo en cafeterías y bares, recuerdos y anécdotas olvidadas.

Un joven común y corriente, más común incluso que cualquiera, el mismo con un rostro inexpresivo, un rostro que se pierde en la lectura de un libro, un libro también común y corriente, un libro que no expresa nada porque lo cubren las manos del joven desgarbado, lo cubre como guareciéndolo del frío y de la noche solitaria y oscura, lo abraza con tanto apego que parece que es parte de él, parte de su anatomía desgarbada, parte de su personalidad común y corriente.

En el Andén C de cualquier estación, de cualquier ciudad, de cualquier país, parece que el tiempo se ha detenido, todas las personas a su alrededor simulan ser maniquís suspendidos en el mismo tiempo y el mismo espacio, las mismas personas comunes y corrientes, los oficinistas con sus portafolios aún más comunes y corrientes, modelos de portadas de revistas juveniles, ancianos cansados y vencidos, la mayoría con un dejo de tristeza y olvido en sus miradas, jóvenes con ropa deportiva y grandes lentes oscuros y también ostentosas cadenas y tatuajes que dicen todo y nada al mismo tiempo y la actitud insegura escondida detrás de esa ropa deportiva y esos grandes lentes oscuros y también esas ostentosas cadenas y esos tatuajes que dicen todo y nada al mismo tiempo. Todos están inertes, muertos en vida, todos son zombis del Andén C de cualquier estación de trenes, de cualquier ciudad, de cualquier país, todos simulan estar como en pausa, una pausa interminable, una pausa inexistente, todos parecen estar aguardando sigilosamente pero muy a su particular manera como en una pausa interminable, la venida de los tiempos nuevos.

El joven ha sacado de su bolso un cigarro, el mismo bolso que parece almacenar una computadora portátil, deformado porque seguramente también almacena notas, libros y recuerdos y anécdotas pasadas también, más notas y más libros y anotaciones escritas con lápices afilados y también tickets de trenes y de consumo en cafeterías y bares y por supuesto recuerdos y anécdotas olvidadas; un cigarro común y corriente que ha prendido con un encendedor aún más común y corriente, un encendedor inexpresivo como el libro común y corriente, el mismo libro que no expresa nada porque esta cubierto por las manos del joven desgarbado, guareciéndolo del frío y de la noche solitaria y oscura, un encendedor más común y corriente que el joven desgarbado, sin nada que lo haga especial ó particularmente capte nuestra atención en el Andén C de cualquier estación de trenes, de cualquier ciudad de cualquier país, que viste un par de jeans muy desgastados, que incluso están rotos, combinados con una chamarra de cuero negro también común y corriente que deja asomar una sudadera gris con capucha también desgastada con algunos hilos como si pretendieran destacarse entre tanta cotidianidad de lo común y lo corriente y unas zapatillas deportivas de color verde que resguardan incontables huellas de interminables caminos recorridos y cuantiosos recuerdos y más anécdotas pasadas.

El humo del cigarrillo del joven común y corriente, más común incluso que cualquiera se eleva caprichosamente al cielo, el mismo cielo sin estrellas, se dispersa como quien pretende escapar y perderse en una noche solitaria y fría llena de recuerdos y anécdotas olvidadas.

Con cada bocanada de humo expulsado por el joven desgarbado que continúa aguardando, recargado en un muro como quien aguarda la venida de los tiempos nuevos, se siente por un brevísimo instante, un instante casi imperceptible, que el tiempo avanza y que la cotidianidad cobra de nuevo vida, un periodo suspendido donde los personajes del Andén C de cualquier estación de trenes, de cualquier ciudad, de cualquier país están vivos y sienten y se emocionan y aguardan sigilosamente la venida de los tiempos nuevos con la misma esperanza contenida en sus ojos que la de los chicos que esperan abrir un regalo minuciosamente envuelto en papel multicolor la mañana de navidad. Esa esperanza que es casi imperceptible a los ojos de cualquiera, sobre todo ante los ojos de las personas comunes y corrientes. El humo del cigarro parece envolver un halo de tristeza y soledad, la misma que está presente en los rostros preocupados de las personas comunes y corrientes que aguardan pacientemente en las salas de espera de cualquier hospital y también en las salas de espera de cualquier estación de trenes de cualquier ciudad y de cualquier país.

El joven común y corriente, más común incluso que cualquiera, se mantiene aguardando, esperando por el último tren y por la venida de los tiempos nuevos, aquellos donde no tenga que preocuparse más por las cosas materiales, las formas banales, las nimiedades, los hechos sin efectos aparentes y las esperas interminables y asfixiantes que fulminan todo vestigio de esperanza.

El joven común y corriente que aguarda en un espacio de tiempo que parece haberse estancado, acompañado de todas las personas que a su alrededor simulan ser maniquís suspendidos en el mismo tiempo y el mismo espacio donde no hay lugar para los afectos y las buenas voluntades, un espacio donde todo parece tener un orden estratégicamente cotidiano, un orden secuencial y atemorizante, un orden que no permite el pensar en los demás, un orden que te aniquila día con día, que te mantiene suspendido en un mismo tiempo y espacio, el mismo que te obliga a interactuar mecánicamente.
Un orden que te impone un papel asignado y un fin determinado, que nos convierte en maniquís suspendidos en el mismo tiempo y el mismo espacio.

El joven común y corriente, más común incluso que cualquiera, el mismo joven desgarbado, sin nada que lo haga especial ó que particularmente pudiera captar nuestra atención ó la de cualquier persona común y corriente que aguarda pacientemente en las salas de espera de cualquier hospital y también en el Andén C de cualquier estación de trenes, de cualquier ciudad de cualquier país, mira su reloj y por primera vez en esa noche fría y solitaria a la que parece que le han robado todas las estrellas, se ha dibujado una efímera sonrisa cuando de reojo se percata de la hora en un reloj común y corriente, el mismo que con manecillas comunes y corrientes, más comunes que cualquier par de manecillas de cualquier reloj común y corriente de cualquier persona común y corriente que aguarda pacientemente por la llegada del último tren como quien aguarda la venida de los tiempos nuevos en el Andén C de cualquier estación, de cualquier ciudad de cualquier país, marca las 11:59 y en ese preciso momento a lo lejos se escucha la llegada del último tren, un tren común y corriente, un tren que ha llegado puntualmente para transportar a sus pasajeros comunes y corrientes en una noche fría, solitaria y sin estrellas. Un tren más común incluso que cualquier otro, el último tren que arriba puntualmente al Andén C de cualquier estación, de cualquier ciudad, de cualquier país.

Las puertas del tren común y corriente, más común incluso que cualquiera se abren automáticamente, esperan el arribo de todas y cada una de las personas del Andén C de cualquier estación, de cualquier ciudad y de cualquier país, las mismas personas comunes y corrientes, los oficinistas con sus portafolios aún más comunes y corrientes, modelos de portadas de revistas juveniles, ancianos cansados y vencidos, ancianos con un dejo de tristeza y olvido en sus miradas, jóvenes con ropa deportiva y grandes lentes oscuros y también ostentosas cadenas y tatuajes que dicen todo y nada al mismo tiempo y la actitud insegura escondida detrás de esa ropa deportiva y esos grandes lentes oscuros y también esas ostentosas cadenas y esos tatuajes que dicen todo y nada al mismo tiempo, todos abordan con paso apresurado, como si en ese acto se les fuera la vida entera, la existencia que derrochan en esperas interminables en estaciones de trenes de cualquier ciudad y de cualquier país, aguardando con la desalmada monotonía diaria y con el feroz ensimismamiento, pasos apresurados que enfilan hacía las estaciones de trenes de cualquier ciudad, de cualquier país.

El joven común y corriente, desgarbado y más común incluso que cualquiera es el único que aborda el último tren con calma, con pasos seguros y firmes, apoyando en el piso del último tren del Andén C de cualquier estación de trenes las zapatillas deportivas de color verde que acumulan incontables huellas de largos caminos recorridos, con cada paso del joven común y corriente, más común incluso que cualquiera, un instante del tiempo suspendido en el mismo espacio del Andén C de cualquier estación, de cualquier ciudad y de cualquier país, parece agotarse, instantes que se extinguen, momentos que avanzan con el paso de los minutos suspendidos en el interior de cualquier tren que parte del Andén C de cualquier estación, de cualquier ciudad, de cualquier país, hacía cualquier sitio de cualquier ciudad y de cualquier país.


12:02 a.m.
Interior de cualquier tren que se dirige a cualquier sitio de cualquier ciudad, de cualquier país.

Como si se tratase de un sistema de posicionamiento global, los ojos del joven común y corriente, desgarbado y más común incluso que cualquiera se han detenido en un punto estratégicamente determinado por el orden que nos aniquila día con día, que nos mantiene suspendidos en un mismo tiempo y un mismo espacio, que nos obliga a interactuar casi mecánicamente, aquél que nos impone roles determinados, el mismo que maliciosamente se entretiene con maniquís suspendidos en el interior de un tren con dirección a cualquier sitio, a cualquier lugar. El objetivo identificado es una joven que nada tiene de común y corriente, una joven con la mirada de los pocos afortunados que saben lo que quieren, que no necesitan buscar porque ya se han encontrado, aquellos que se arriesgan, que no temen enamorarse, los mismos a los que el orden de todos los días, que nos mantiene suspendidos en un mismo tiempo y un mismo espacio y que nos obliga a interactuar casi mecánicamente, les rinde tributo, porque sabe bien que es inútil tratar de manipular a los valientes, a los que no le temen a la distancia de un amor perdurable y mucho menos al olvido, en su mirada se adivinan los fracasos y las desilusiones que han sanado con el transcurrir de los días y por supuesto también las risas que convierten los momentos en ocasiones especiales. Es una mirada honesta, auténtica y experimentada, una mirada que atrae a las personas comunes y corrientes.

La joven que nada tiene de común y corriente con la mirada de los pocos afortunados que saben lo que quieren, posee una belleza única, particular. Es una joven que poco tiene de común y corriente, usa una gorra de beisbol y una bufanda morada que cubre por completo su cuello y un abrigo de lana, no usa pendientes, pero si una pulsera de cuentas rosadas, su ropa es especial por el simple hecho de que es ella quien la porta, un par de zapatillas deportivas de un reconocido diseñador y un par de jeans ajustados, lo necesario para que permita delinear sus bien torneadas piernas, seguramente ha estado practicando para su próxima carrera, le apasionan las obras de beneficencia y ha estado participando en ellas desde que recién cumplió los dieciocho años, la joven que nada tiene de común y corriente no necesita más para hacerse notar en el interior de cualquier tren que parte del Andén C de cualquier estación, de cualquier ciudad, de cualquier país, hacía cualquier sitio de cualquier ciudad y de cualquier país.


12:03 a.m.

Las notas de la música instrumental de fondo que se escuchan en el interior de cualquier tren que parte del Andén C de cualquier estación, de cualquier ciudad, de cualquier país, hacía cualquier sitio de cualquier ciudad y de cualquier país han incrementado su intensidad, conforme avanza el último tren hacía cualquier sitio se escuchan con mayor intensidad, con cada palpitar acelerado de dos desconocidos que se encuentran en el interior de cualquier tren que parte del Andén C de cualquier estación, en el momento justo en que dos miradas se encuentran y justo cuando la respiración de ambos se vuelve una sola en un mismo tiempo y espacio, la música instrumental llega al clímax de su composición y tal como si se tratase de un sistema de posicionamiento global, todos y cada uno de los reflectores que intentan iluminar una noche fría y oscura, una noche aparentemente sin estrellas enfocan a un joven desgarbado, un joven común y corriente como si con ello pretendieran afirmar muy a su particular manera que a las personas comunes y corrientes les suceden cosas extraordinarias cuando se atreven por fin a mantener los ojos bien abiertos…


Nos leemos luego.
* La fotografía simboliza un cariño fraternal muy especial.

lunes, 3 de agosto de 2009

Sufragio Efectivo...

De acuerdo a cifras emitidas por el Registro Federal de Electores, el padrón electoral registró un número record de 77 millones 643 mil 289 ciudadanos que podrán ejercer su libertad a votar éste próximo 5 de julio. Sin embargo por otro lado el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados estima que el abstencionismo rebasará el 65%, ello porque más del 62% de las personas en edad de votar (las mismas incluidas en la cifra record) juzga como poco o en su defecto nada confiables los procesos electorales.

Sin duda en gran parte por las caídas de los sistemas, los videoescándalos, los ataques entre partidos políticos en los medios de comunicación, el presidente ilegítimo y ¿por qué no decirlo? por las promesas que nunca se cumplen.

Pero ¿de verdad es así como se solucionan los grandes problemas de la sociedad mexicana?, cerrar nuestros ojos ante la propia realidad definitivamente no es la solución, como bien rockea la banda regiomontana Kinky nuestro México lindo y querido “mira de lado”. Mira de reojo los derechos de la minoría, voltea la vista ante las manifestaciones incoherentes de algunos cuantos, baja la mirada ante la injusticia, el abuso y la desigualdad social, se hace de la vista gorda solapando la tranza y la corrupción y se cubre los ojos para no presenciar el nulo respeto hacia el medio ambiente y las formas de vida que convergen en él.

Hoy, más de 77 millones de “mirones” tenemos la oportunidad de hacer historia, la misma que le reserve un lugar a la tolerancia y a la participación ciudadana. Es el momento de otorgarle el voto nulo a la apatía y a la desinformación e impugnar la participación propositiva, de ejercer con compromiso nuestro derecho a exigir mejores legisladores y gobernantes. La decisión es sólo tuya, pero al tomarla piensa en los 30 millones de niños y jóvenes que merecen mucho más que un país abusado, ultrajado y hecho jirones, un país que castigue a los que no se interesan en la política y por consecuencia directa sean gobernados por aquellos que sí se interesan.

Porque la democracia no inicia en el segundo mismo en que tachamos una boleta, mucho menos concluye cuando esta es depositada en la urna, la democracia se construye día a día con aportaciones valiosas y en ella no importan los diferentes frentes y posiciones que cada quien con su cada cual defiende.

La democracia es sinónimo de educación, por ello es preciso que en las instituciones educativas se fomente una formación cívica como herramienta básica para que los jóvenes por fin entiendan la importancia de su voto, de sus decisiones y de su participación activa en el desarrollo de las políticas y reformas de nuestro país.

Es un mito aquél que si no votas no pasa nada, por el contrario pasa todo, pero a diferencia de ser el protagonista, terminas convirtiéndote únicamente en un espectador más.

Nos leemos luego.

Sabor a mí...

Sin duda alguna nuestro modo de ser es un comportamiento que siempre estará influenciado por los amigos, la banda, los cómplices, los hermanos, los ´bros´, camaradas, amiguis (¿?), los viejos, o como quieras llamarles, por ello estas líneas las dedico a los amigos: Mis amigos, los que están, los que estuvieron y los que sin duda alguna vendrán. Y a ti te pregunto: ¿Sabes a que sabe la amistad?

Definitivamente creo que sabe a que a ti te gustan los Stone Temple Pilots y a mí Reik (¡ja!) y, sin embargo podemos pasar un rato muy chido acompañados de un par de cervezas charlando sobre la falta de compromiso para con la educación de nuestro país. Sabe a hamburguesas al carbón, condimentadas con canciones super poperas entonadas con singular acento spanglish en el karaoke doble. Sabe a reencuentro, muy similar al pan con sabor casero. Sabe a ´defe´ (a Condesa, Polanco y por supuesto a Coyoacán). Sabe a no encontrar ´la palma´ aunque pases tres veces frente a ella y me obligues a preguntar que dirección tomar. Sabe al tren suburbano y su diseño con toda su buena onda y su complicidad (¡you know!).

Tiene un sabor muy particular a delimitar estratégicamente el baño de niñas y el baño de niños. Sabe al murcielaguito con un gustillo a crudas brutales y a barbacoa disfrazada con lentes oscuros. Sabe a decir ¿tu coche o el mío? amm y creo que también sabe a jugar ´stop´ a las dos de la mañana.

Sabe a estar enamorados y ahora sólo ser un par de viejos conocidos que se miran como la primera vez en el primer encuentro porque simplemente nunca han dejado de pensarse.
Sabe a pirotecnia extrema y a colocar en una tortilla de maíz tres galletas saladas y suficiente salsa de tomate y a reír sin motivo alguno, incluso con los arcoiris imaginarios. Sabe a desayunar tortas de tamal después de las clases de francés. Sabe a risas y a heridas con sal y limón. Sabe a que a pesar que no estés en casa, visitaremos a tu mamá por la simpleza de ser una mujer tan alivianada.

Por supuesto sabe a otorgar estrellitas a los lugares para cenar los días lunes y definitivamente en todo momento tendrá un peculiar sabor a Timbiriche. Sabe a tocar timbres y a librar batallas incansables para ocupar en el auto el lugar de copiloto.

Sabe a bodas y bautizos pfft… que fuerte!¡ Sabe a decir la última y nos vamos. Sabe a planear viajes y a emprender negocios juntos. Por demás esta decirte que sabe a que te brinden oportunidades y también a saber aprovecharlas. Sabe a que confíen en ti y sabe a recibir mucha buena vibra.

Sabe a repetir ´te lo dije´ más de una vez cada que metes la pata o te clavas con quién no debías. Sabe a convencerte que todos los hombres somos iguales (y las mujeres también, claro está).
Lo que es seguro es que la amistad no tiene sabor a juzgar y mucho menos a otorgar la pena capital, la amistad no cuestiona, ni condiciona. La amistad no frena, por el contrario, la amistad impulsa.

Sin embargo, la amistad si sabe a desencuentro y a opiniones opuestas que coexisten en una convergencia policultural. Sabe a diversidad y sin duda está sazonada con ese ingrediente extra de: “yo guitarra y tu maracas”.

Los amigos se ríen cuando tropiezas pero nunca cuando caes, a menos que sea frente a la clase entera. Aunque nunca lo acepten los amigos te plantan por un nuevo ligue, pero siempre preguntan por algún primo, hermano o hasta vecino que pudiera empatarse contigo. Los verdaderos amigos no se guardan secretos sino que aprenden a escucharlos y a compartirlos. Los amigos se conocen y se aceptan entre sí.

En lo personal y lo digo porque así lo siento, la amistad nunca me sabrá a compartir un cigarro (definitivamente nunca). Y, desde luego ya nunca tendrá un sabor igual o un poco similar al que tenía hace cinco, tres o incluso el año pasado. Por lo demás tampoco me volverán a saber igual los gin tonics.

Obviamente a la familia no la eliges pero a tus amigos sí. Elige bien porque siempre serán participes de tu crecimiento, de tus logros y de tus desamores. No importa que no piensen de la misma manera o que se encuentren degustando caminos diferentes en una sociedad enclavada en una enorme cocina ficticia. Lo importante es aprender a ordenar el mejor platillo de la carta, aquél que te haga sentir seguro, el que no te obligue a pretender, acompañado de la bebida que tenga refill para que sea tu incondicional en todo momento, porque definitivamente la amistad es un banquete, un plato delicioso que te deja un muy buen sabor de boca.

Por lo pronto yo guardo tu sabor pero tu llevas también sabor a mí, mmm… ¿qué rico no?

Nos leemos luego.

Mexicanos al grito de guerra...

Nuevamente las propuestas que prometen dar solución a todos y cada uno de los grandes males que nos afectan cotidianamente son presentadas ante nuestros ojos y oídos a través de los medios masivos de comunicación, sumándose ahora también los foros sociales en internet. Las promesas están encaminadas a brindar atención urgente a temas que con sólo nombrarlos provocan controversia por sí mismos. El aborto, la pena de muerte, la legalización de las drogas, el desempleo, la delincuencia y la educación, entre algunos más. Todos, sin duda perfilan nuestra realidad, pero la política actual está aún muy lejos de encarar las posibles soluciones. Por obligatoriedad los resultados serían en definitiva más favorecedores si optáramos por intervenir quirúrgicamente el mal como tal y no simplemente colocar una bandita que disfrace el malestar.

Así en lugar de politizar el asunto del aborto sería conveniente educar a los jóvenes para que practiquen su sexualidad con libertad y responsabilidad, con el conocimiento veraz y oportuno que les permita decidir bajo que términos están dispuestos a ejercer sus derechos y obligaciones. Fomentar una cultura de respeto hacía su cuerpo y hacía su salud para que el día que se sientan tentados a consumir drogas, sean capaces de desistir de hacerlo. Definitivamente es indispensable mantener consolidada a la familia como parte fundamental del desarrollo de la sociedad, estamos obligados a involucrarnos totalmente en la educación de nuestros hijos, a participar en su perfeccionamiento y por consecuencia directa a la formación de individuos que hagan de éste país una nación donde se dé aforo a la verdadera democracia y al compromiso ciudadano de actuar, exigir y mostrar resultados.

Mención aparte merece el escrutar nuevos mecanismos de acción para elevar el nivel de la educación que se brinda a los jóvenes y niños. De acuerdo con el Primer Estudio Internacional sobre Enseñanza y Aprendizaje realizado en 23 países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, el nuestro registra un nivel de absentismo por parte de los docentes del 70% -el peor de todas las naciones donde se llevó a cabo el sondeo- además de su nula preparación como maestros. Por lo que si los responsables de formar profesionales altamente preparados se muestran como incompetentes ¿qué rumbo tomará nuestro país con los siguientes funcionarios públicos, políticos y empresarios medianamente educados? Por ello las promesas de nuestros futuros legisladores se enfocan en ofrecer vales canjeables por medicamentos y no por dar fin a la corrupción existente en las instituciones de seguridad social.
Ahora bien, el anular nuestro voto no es hacernos escuchar, existe otra manera que es involucrándonos, todos los legisladores federales están obligados a establecer una oficina de atención, acerquémonos y exijámosles cumplir sus promesas.

En días pasados me llamaron belicoso por no decir conflictivo al presentar una queja ante un organismo público. Bien, aclaro que esta es mi manera de exigir mis derechos como ciudadano ya que creo que las grandes revoluciones llegan con las acciones que permiten dar paso a los pequeños cambios.

Nos leemos luego.

Después de ti, ¿qué?

Mi batalla inició ayer a las 11:27 p.m. cuando leí tu carta, está carta que expresa tu sentir. Como siempre creí tener el control absoluto sobre la situación, pensé que sólo era cuestión de utilizar las estrategias adecuadas para preparar la avanzada, para no permitirme vacilar en el precipicio, caminar con pasos seguros es mi especialidad, pero algo sucedió, de pronto me costó mucho avanzar y me quede parado en medio de un solitario espacio esperando... dar el siguiente paso parece casi imposible.

Honestamente sabia que sentías algo más por mí, ¿Recuerdas que te explique que puedes conocer a las personas si dedicas unos momentos a observarlas? Si pones atención a sus movimientos, a sus gestos y actitudes, sin duda puedes adentrarte en sus pensamientos. Y, por lo demás tus acciones me gritaban tus sentimientos. Tus celos, tus enojos, tus bromas, tus emociones, todo para mi eran señales.

Lo que no imaginé es que esas palabras desencadenaran tantas emociones encontradas en mi interior, primero te confieso lo tomé muy mal, después reí como un loco y finalmente me quede pensando si de verdad podía ser real. ¿Cómo es posible que puedas enamorarte de alguien como yo? ¿Que en ocasiones se porta tan frío contigo? ¿Qué no para de jugarte bromas? ¿Que te ha dicho que te falta madurar, que se burla de ti, que transforma su actitud hacía ti cuando están frente a otras personas y que incluso te ha confesado que lo enfadas y desesperas?

Tal vez aprendiste muy rápido y observaste bien, analizaste que todo esto lo hago por miedo, por temor, por seguir creyendo que soy una persona demasiado práctica como para permitirme sufrir, porque ahora tengo muy claro que hagas lo que hagas y digas lo que digas no puedo enojarme contigo. Aún no sé las razones, pero simplemente me es imposible, no puedo y solo sé que no quiero.

Pretendo que tengas presente que nunca ha sido mi intención lastimarte, por el contrario sabes que haría lo imposible para complacerte, para demostrarte mi posición incondicional, de sobra sabes que no deseo hacerte pasar un mal rato, sobre todo después de compartir tanto... Sin embargo tampoco quiero engañarte, desde el principio he intentado ser siempre sincero contigo. ¿Sabes?, mi error es pensar que todos comprendemos igual las cosas y no es así, el ser humano escucha, cree y piensa a su manera, y tu piensas de una manera tan irreverente y loca que por eso disfruto estar contigo y cuando no estamos juntos siento un gran vacío, una enorme necesidad de verte, por supuesto no me permito hacértelo saber, que sentido tendría si aún no he decidido si debo dar marcha atrás o simplemente dejarme llevar e iniciar un ´nosotros´.

Definitivamente no puedo ser como tú, no puedo de pronto cambiar todo lo que me han enseñado y lo que he aprendido por cuenta propia acerca de la vida y de como debe ser, para de la nada abrirle la puerta a conflictos existenciales con los que sin duda alguna no me siento realmente cómodo e identificado.

¿Acaso es tan difícil? Los amigos no buscan causar daño, eso lo sé. Pero porque no puede ser más simple, tan simple como si se tratara de cualquier persona en la parada del autobús o en el bar de moda.

No lo sé, lo único que indudablemente quiero es estar cerca de ti, ser tu amigo, quiero ser tu otra mitad, quiero amarte sin prisas y llenarte de mi sexo, quiero que confíes en mí, que no permitas que mis acciones te hagan cambiar tu esencia y esa osadía que te identifica y que en conjunto han sido tus armas con las que me has debilitado y con las cuales también lograste captar mi atención.

No te he dado nada. Te he aceptado tal como eres, te he hablado con honestidad, he aprendido a tolerar lo que no me gusta de ti, he simplemente correspondido a lo que me has brindado.

Si consideras que son las razones que te permitieron escribir lo que sientes entonces ¡te lo he dado todo! Gracias por tu sinceridad, por hacerme reír, por brindarme razones, pretextos y excusas para necesitarte, para buscarte y para tenerte a mí lado, gracias por quedarte con mi atención, por amarme sin reservas, pero sobre todo gracias por estar...

Porque hoy todo cobra sentido, hoy puedo decirte sin ningún reparo que te amo y sin embargo también tengo miedo de amarte, pero sobre todas las circunstancias tengo miedo de mí, tengo miedo de no ser jamás la persona que tú anhelas, la persona que te respalde en todo momento, la que nunca deje de mirarte como la primera vez. El hombre que se enamore de ti a cada instante aunque el bendito tiempo se empeñe en llevarse tu juventud y a cambio te obsequie la experiencia, el que te bese sin temor a nada, el amante que llene de besos amorosos todo tu tibio cuerpo.

Creo firmemente que uno es quien se determina ser y no lo que te permiten ser, pero sobre todo ahora se que el tiempo no espera por ti. El tiempo siempre se empeña en ganarte la carrera.

En efecto hoy, ya no hay más mañanas, me quedo con tu recuerdo y con tu confesión y con esa hermosa serenidad impresa en tu rostro y que dentro de éste féretro de ébano te hace lucir aún más bella, el mismo que guarda celosamente tu alma y tu cuerpo ya sin vida, el mismo que ha talado todo nuestro presente y futuro y aunque hoy atesore hasta el fondo de mi alma nuestro pasado, nunca dejaré de pensar en el tiempo que perdimos en no gritarnos a la cara cuanto nos necesitábamos, el bendito tiempo que nos superó e impidió que nos dijéramos cuanto nos amábamos, el que reprimió que yo te dijera cuanto te amaba, pero sobre todo el mismo que fue fiel espectador de la historia de dos viejos conocidos que nunca llegaron a conocerse realmente.

Voy a apagar la luz

Lunes... 6 a.m. La guerra ha sido declarada. El timbre del despertador ha desarrollado una meticulosa estrategia para atacar a la menor provocación. 10 minutos más es mi oferta de paz, su respuesta es un sonido mecanizado que sin duda, me sugiere que se mantiene aguardando sigilosamente con la artillería preparada el avance de las tropas enemigas. Luego una depresión tropical que me sugiere fingir una alergia al exterior lastimosamente contaminado para quedarme en cama todo el día.

La motivación llega cuando restamos a la cantidad total de desmañanados 30 millones de estudiantes que han concluido los trabajos escolares y hoy, su ausencia en las calles nos sabe bien. 30 millones de papis que no estacionan sus autos en doble fila, que no provocan accidentes viales, que no condicionan el que tanto tú como yo lleguemos tarde a la oficina.

Éste fin de semana, específicamente el sábado 5 dio inicio el Programa Hoy no circula Sabatino en el Distrito Federal maquiavélicamente orquestado por el jefe de gobierno de aquella tierra mágica donde converge un existencialismo multicultural con sabor a urbe prehispánica. Por otro lado el presidente Felipe Calderón cumplió con su parte, vaya que sí hizo su tarea al encabezar la plantación de poco menos de diez millones de árboles en todo el territorio nacional. Específicamente 9,345,984 árboles con una participación activa de más de medio millón de mexicanos y mexicanas contabilizados y notariados por 113 notarios y 359 fedatarios públicos, ahora si que nada de cuentitos ni platicaditas.

“Planta un árbol y sé parte de la historia” es el lema que identifica a ésta cruzada nacional cuya meta inicial fueron cinco millones de árboles en 368 municipios del país que albergan a una tercera parte de la población nacional y que, satisfactoriamente se rebasó.

Sin embargo, a pesar del esfuerzo realizado, las acciones emprendidas no son suficientes. Según estadísticas oficiales de Greenpeace únicamente el 10% de los árboles plantados logran sobrevivir y cumplir con el fin para el cual fueron sembrados. Por lo que habrá que poner los pies en la tierra y manifestarle nuestro respeto a las formas de vida que pelean batallas diarias por sobrevivir en un país que en su gran mayoría se mantiene indiferente al cuidado y respeto del medio ambiente.

La contaminación provocada por el uso excesivo de automóviles, la falta de conciencia al producir toneladas de basura, la nula cultura del reciclaje, el mal uso de la energía, entre tantos otros males más son agentes que están acabando con nuestro hábitat, los cambios tan irreverentes de clima son reacciones que nos gritan que es tiempo de actuar, de crear una decidida cultura ecológica a través de la educación en una sensible y esperanzada parte de la población: 30 millones de niños y jóvenes mexicanos.

Planta un árbol... (cuídalo) y entonces serás parte de la historia. Una historia donde haya lugar para la tolerancia y el respeto a la grandiosa riqueza ecológica con la que cuenta nuestro país. Innegablemente nuestro principal patrimonio es la naturaleza y el medio ambiente que incluyen todas las formas de vida, y que por supuesto nos identifican como nación.

Hoy 103 millones de mexicanos (y mexicanas también) tenemos el compromiso ineludible de hacer historia, el deber de plantar y cuidar un árbol, el uso consciente de la energía eléctrica y la obligación de fomentar una contagiosa cultura del reciclaje.

Si vas a un restaurante no cometas el gravísimo error de ordenar agua embotellada, pide agua en un vaso, al final del día da lo mismo y contribuirás a la disminución del uso de más de 2.7 millones de toneladas de plástico que se utilizan anualmente para producir botellas de éste material y, si a esto le sumas los millones de barriles de petróleo utilizados, el resultado es una catastrófica bomba de tiempo.

También se vale rellenar tu botellita directo del garrafón de tu casa ó de tu oficina, de éste modo también ayudas reciclando. No conduzcas tu auto por encima de los 110 kilómetros por hora, porque estarás produciendo un escalofriante consumo de combustible, por cada galón de gasolina consumido se liberan 9 kilogramos de dióxido de carbono directamente a la atmósfera. No viajes solo, puedes organizar traslados en grupo o bien hacer uso del transporte público. Sí, no hagas mala cara que bien vale la pena.

Ahorra agua, apaga luces, utiliza lámparas ahorradoras de energía, lleva tu bolsa del mandado al “super” para no hacer uso de las bolsas plásticas, utiliza un termo para el cafecito matutino y no los vasos de unicel que tardan años en degradarse.

¿Moda, estilo de vida, exagerada preocupación, publicidad, populismo político? no importa cuál sea la causa lo importante es la consecuencia: un mundo menos contaminado, menos abusado y lastimado e indiscutiblemente con mayores oportunidades para sobrevivir.

Voy a apagar la luz para pensar en ti… y por supuesto que en ti también bendito lunes.
Nos leemos luego.

Sebastián

México, segundo lugar mundial después de Colombia en índice de secuestros.
17 secuestros por día según el Instituto Ciudadano de Estudios sobre Inseguridad.


De Sebastián todos dicen que es un excelente estudiante, un hijo ejemplar y un destacado deportista. Sebastián tiene diecinueve años, estudia en una institución privada y forma parte de la selección juvenil de natación del distrito. Sebastián tiene una novia de quién está fascinadamente enamorado, con ella comparte la mayor parte del tiempo, se llama Natalia y es una ´niña bien´ (al menos eso piensa la madre de Sebastián). Juntos tuvieron torpemente su primera vez hace dos años una tarde de mayo después de tomar un café en algún Starbucks de ésta transitada ciudad, justo al mes de conocerse en una pool party en Teques, organizada por Jorge un viejo conocido de ambos.

Sebastián estudia Arquitectura porque está convencido de lo que quiere, una profesión que le permita concretar sueños, construir hogares y hospitales funcionales, llenar espacios, vaciar otros tantos más, proyectar su potente creatividad, plasmar emociones, desarrollar conjuntos simétricos, asimétricos, coloridos y totalmente ausentes de color, estructuras atemporales y vanguardistas. Cuando Sebastián se gradúe podrá hacerse cargo de la compañía constructora de su padre.

Sebastián preside una asociación que brinda ayuda a quienes menos tienen, durante sus veranos viaja con un grupo de amigos a las zonas marginadas del país para llevar donaciones en especie como despensas, ropa y juguetes (especialmente balones de fut para organizar las ´cascaritas´ con los niños de las comunidades), además de brindar asesorías en temas diversos entre ellos planeación familiar, integración de sociedades, violencia intrafamiliar, ecología y adicciones. También busca la generación de apoyos financieros que capta mediante la implementación de proyectos de desarrollo sustentable comunitario en las zonas que visita.

Sebastián no fuma, su abuela materna falleció de enfisema pulmonar cuando él tenía trece años. Bebe ocasionalmente, casi siempre en los eventos sociales organizados por sus padres. No tiene mascotas porque simplemente no le gustan. Es el mayor de tres hermanos y el nieto consentido de su abuelo Claudio. Sebastián es todo lo bueno que la sociedad mexicana pudiera esperar, es un líder nato, un amigo incondicional y un extraordinario estratega.

De Sebastián todos dicen que le espera un futuro prometedor. De Sebastián todos dicen que ganara el campeonato nacional en estilo crawl en la modalidad de 200 metros. De Sebastián todos dicen que es un ser humano honesto, trabajador y con un gran sentido de la humildad. De Sebastián todos dicen que seguramente obtendrá mención honorífica el día de su graduación. De Sebastián todos dicen que sin duda concretará todos sus planes y proyectos. Lo que nadie dijo de Sebastián es que sería victima del crimen organizado. Lo que nadie predijo acerca de Sebastián es que sería secuestrado.

El once de agosto después de abandonar el campus en su modesto auto que jamás atraería la atención de ningún delincuente, manejando por una conocida avenida camino a reunirse con sus padres en un restaurante del sur de la ciudad para una comida casual, a Sebastián le arrebataron sus sueños. De la nada fue interceptado por dos vehículos sin placas que le cerraron el paso. El cristal de su auto fue roto con la cacha de una pistola, el impacto dejo severos daños en el rostro de Sebastián, con desmedida violencia fue bajado de su auto y arrastrado a la camioneta de color negro que llegó justo para realizar el ´levantón´. Durante los tres minutos que duró el plagio nunca dejaron de apuntarle con una pistola calibre nueve milímetros.

Sus padres esperaron cerca de una hora por Sebastián, nunca pudieron comunicarse con él. El teléfono móvil de Sebastián aparentemente no funcionaba. A las 18:00 horas los padres de Sebastián recibieron una llamada que les anunció sin más que el excelente estudiante, hijo ejemplar y destacado deportista había sido secuestrado…
A partir de entonces la vida de Sebastián no volvería a ser igual. Desde aquél día Sebastián paso a ser parte de una estadística que va en aumento día con día y terminó convirtiéndose en una mercancía canjeable por millones de pesos.

La familia de Sebastián sufrió entonces el duelo del hijo perdido, la incertidumbre se convirtió en el pan de cada día, las noches nunca fueron más frías y solitarias, el conciliar el sueño era imposible y mantener la calma lo más similar a un martirio. La madre de Sebastián que nunca creyó en un Dios inició un grupo de oración donde a diario se ruega por el regreso de Sebastián. Mientras, su padre llora inconsolablemente cuando se haya sólo en su despacho y sus hermanos menores aún no terminan de entender que sucede con su hermano. Natalia enciende todos los días una vela blanca para mantener iluminada la confianza de ver a Sebastián de nuevo y sus amigos toman más precauciones al salir de casa.

El cautiverio de Sebastián ha durado doscientos treinta y tres días, dieciséis horas y cincuenta y cinco minutos. Las negociaciones concluyeron el día ciento cuarenta y siete cuando los padres de Sebastián cansados de luchar solos, respaldados únicamente por una empresa de seguridad privada que poco hacía por devolverles a su hijo decidieron hacer del conocimiento público el caso de Sebastián. Las investigaciones por parte de la Procuraduría Federal iniciaron y con ello también se desencadenó una nueva ola de amenazas. Las reglas del juego habían cambiado y la esperanza de recuperar a Sebastián por instantes se hizo evidente. Sin embargo los días transcurrieron sin ningún indicio de Sebastián. Hoy ocho de abril es el cumpleaños número veinte de Sebastián…

De Sebastián todos decían que llegaría lejos porque era un soñador que creaba posibilidades a partir de lo imposible. De Sebastián decían que sería un gran arquitecto. Lo que nadie predijo acerca de Sebastián es que le arrebatarían sus ideales. Lo que nunca nadie pensó de Sebastián es que plagiarían su identidad y su libertad. Lo que nadie dijo de Sebastián es que Sebastián ya nunca más sería Sebastián. Lo que nadie se ha atrevido a comentar acerca de Sebastián es que quizá Sebastián esté muerto.

Sebastián es un secuestro más, un número, una cifra. Sebastián es una causa y una oportunidad para actuar, para levantar la voz y exigir más seguridad, para reclamar procesos legales más estrictos. Es la ocasión para demandar castigos más severos a los secuestradores y la generación de una garantía de identidad y ubicación geográfica de quién utiliza un teléfono móvil.
Los registros del número real de secuestros en México son una utopía, simplemente no existen, mientras el Instituto Ciudadano de Estudios sobre Inseguridad refiere un dato, la Procuraduría General de la Republica emite uno más que difiere mucho de la realidad que impera en nuestro país.

Lo cierto es que únicamente te das cuenta de la magnitud del caos cuando éste te alcanza y te toca el hombro, cuando ese alguien que conociste y que significa mucho para las personas que más amas se convierte en sinónimo de secuestro, tortura y muerte. ┼

Nos leemos luego.

¡Peter Pan!

Hoy llegué a casa después de un día frustrante, un día excepcionalmente malo. Uno de esos días en los que te crees la historia completa que una conspiración minuciosamente elaborada ha sido emprendida en contra tuya. Uno de esos días que nos destinan a buscar un refugio seguro para escapar de la mascota del vecino. El último de los males que harían de éste, un día de perros.

En efecto lo peor aún estaba por ocurrir, mi Peter Pan había escapado por la ventana y esta vez su sombra lo ha acompañado. Al parecer me ha abandonado, ha decidido no volver nunca jamás.

Ahora mismo me llena un gran vacío, creo que ha sido el resultado de mantenerlo olvidado tanto tiempo, de dejarlo solito en casa, de ya no dejarme sorprender cuando lo encontraba colgado de la lámpara o quizá sólo fue el hecho de que particularmente éstos días me ponen de tan mal humor que prefiero no hablar con él, al final del día que sentido tendría comprarle la idea de que la pasa tan bien siendo eternamente un niño destinado a no crecer más.

He decidido no extrañarlo. No ha dejado ni una nota y eso me ha enfurecido aún más y me convenzo a diario de olvidarlo. ¿Acaso todos los recuerdos no valen nada? Los juegos, la complicidad, las bromas gastadas, tocar el timbre de la vecina entrometida, trepar los árboles, mojarnos bajo la lluvia, los recreos, las pelis hechas para nosotros, perseguir un cometa, jugar a ser espías, atrapar los sueños con un traje de mago, todo lo que alguna vez tuvo sentido ahora significa nada para mi querido Peter Pan.

Seguro cree que los años me han hecho tratarlo diferente. Que la madurez me alcanzo mucho más rápido que una bala, un avión o el mismo Superman. Que la cotidianidad me ha devorado y que, en efecto soy ya demasiado mayor como para dejarme sorprender por los pequeños detalles que celosamente atesoran recuerdos maravillosos y, que conjugados en tiempo actual definen mi modo de ser. Tal vez debería poder tan solo dejarme llevar y permitir que campanita me rocíe del polvo de hadas para soñar despierto, para volar y recordar. Para treparme al tren de la risa y los juegos. Pero campanita tampoco me escucha...

Han pasado diecinueve días con sus diecinueve noches desde la huída de mi Peter Pan. Ya casi no recuerdo su apariencia. Afuera ha comenzado a llover, llueve porque tiene que llover. Llueve porque los gases naturales han llenado de agua las nubes y... No, espera llueve porque el cielo pretende hacerse escuchar. Ahora entiendo que por supuesto éste es su modo tan peculiar de expresarse.

Está cansado de llenar los días con un soleado esplendor y un cielo infinitamente azul como el color de los ojos de la inocencia. Días tan nítidos que nos permiten admirar la incomparable majestuosidad de nuestra realidad que vive y coexiste a diario con nosotros. Llora porque cada noche nos obsequia un telar pintado de estrellas y una musa incondicional del amor y la inspiración. Porque nos negamos a creer que cada estrella es un deseo y cada deseo es una esperanza y cada esperanza es un sueño y cada sueño es la oportunidad de volver a comenzar, de convertir lo imposible en una factible posibilidad.

Un impulso me ha motivado a salir, a esperar bajo la lluvia. Sentir el agua caer en mi cuerpo parece una experiencia totalmente nueva, con las manos extendidas y mirando al cielo que poco a poco comienza a clarear me he olvidado de todo, no importa nada, ni las miradas ni mucho menos las personas que pasan a mi lado.

Por fin ha dejado de llover y el sol esta brillando con más intensidad que cualquier día común. Sobre el asfalto mojado se ha reflejado una pequeña sombra, la sombra de un niño, de mi niño interior, mi Peter Pan quién ha vuelto y me mira como reconociendo a un extraño.

Mi Peter Pan a quien no pienso dejarlo ir en mucho mucho mucho tiempo. Hasta que el sol se escape con la luna.

A veces nos cuesta tanto creer que la magia de los pequeños grandes detalles, se observa mejor a través de los ojos de un niño. Mira hacía tu interior y ahí justo en el medio doblando hacía la izquierda por el camino menos transitado te encontrarás con tu Peter Pan esperando pacientemente para llevarte volando atravesando el cielo al país de nunca jamás...

Uno, dos, tres salvación por mí y por todos mis amigos.

Nos leemos luego.

Jonás & Dalia

Con éste concursé en la convocatoria lanzada por MTV y My Space en el marco de la XVII Conferencia Internacional sobre el SIDA en la Ciudad de México. El objetivo era contar el fin de una historia con sólo 5 líneas como referencia.
Por tercera ocasión echo un vistazo a mi reloj que marca justo las 4:27, nuevamente un sudor frío ha comenzado a invadir todo mi cuerpo, creo que nunca me acostumbraré a experimentar ésta sensación. En mis manos tengo el sobre que ha secuestrado mi tranquilidad y mi esperanza para el día después de hoy, mi mañana se visualiza como una mala película, confusa y con un desenlace fatal. ¿Dónde quedan los planes y los sueños y las esperanzas? Éste sobre se ha convertido en mi sombra, en mi confidente y al mismo tiempo es quién me impulsa a continuar sobreviviendo en un país multicultural que coexiste a diario con la diversidad pero que se ofusca ante la convivencia con sujetos como yo. Un sobre que envejece conmigo, que ríe y llora, que sueña y ahora mismo se ilusiona. Un sobre que ahoga en un grito un resultado que desde hace tres años me convirtió en parte de una estadística, que me sumó a la cifra de 42,042 infectados por el VIH en México. Un sobre que me acompaña siempre y que guardo celosamente muy cerca de mí para recordarme que mis acciones tienen consecuencias. Sentado en la banca de siempre frente a las nieves de Don Lupe, la sombra de los árboles se proyecta como mi fiel aliada mientras el tiempo parece detenerse. En los días como hoy echo mucho de menos a Dalia y los momentos que pasábamos juntos. Nuestra relación fue algo único, trece meses en los que ella era todo para mí y estoy seguro que yo también lo era para ella. Nunca tuvimos un disgusto fuerte y nunca dejamos de querernos. Hasta aquel día que tuve que confesarle que tenía el virus. Es cierto, nadie nos prepara para enfrentar una situación así. Dalia me insultó y me pidió que no la buscara más. Me confesó que fui su primera vez, el primero en estar dentro de ella, no lo podía creer pero ella nunca me mintió, me pidió tiempo, tiempo para no verme, tiempo para pensar... tiempo. Me enfrenté a una decisión muy dura, me costó mucho darle el espacio que ella me pidió, aunque ello significó alejarme por completo, no verla más, no sentirla, no tocarla, no besarla, no estar junto a ella. La distancia entre nosotros se hizo enorme. Fui el único culpable en todo éste lío. Me acabó el pensar que la perdí. ¿Debí luchar incansablemente por ella? ¿Aún cuando parecía que ni en el final podía respetar sus decisiones? Si en verdad la amaba porque no podía olvidarme de ella para devolverle su tiempo y su espacio de los que me adueñé intempestivamente y su libertad que secuestré como un criminal aficionado y sus oportunidades que arrojé al vacío. Soñaba que todo volviera a ser como antes y que juntos lucháramos para salir adelante. Pero no sucedió... La mañana del 17 de abril, sólo seis semanas después de confesarle toda la verdad su madre me llamó para informarme que Dalia se había suicidado. Tenía dos meses de embarazo. No dejó ninguna nota para mí. Nunca pude responderle desde cuando tenía el virus. Ahora sé que quién me contagió fue Brenda. Tomábamos la clase de Diseño Urbano juntos. Una sola noche bastó para que mi vida sufriera una metamorfosis. Después de trabajar en un proyecto hasta muy tarde en su casa, me sorprendí con los pantalones abajo teniendo relaciones con ella en la cocina. Ni siquiera nos desvestimos. Al cabo de 20 minutos ya me encontraba conduciendo hacía la casa de mis padres. Sucedió mucho antes de conocer a Dalia. Nunca le fui infiel. Ni siquiera me he acostado con 10 o 15 mujeres. Dalia fue la cuarta. Pero los descuidos nos dejan un muy mal sabor de boca... Por cuarta ocasión miro mi reloj, justo las 16:56. Ya solo faltan cuatro minutos para las cinco. Para darle mi mejor cara a la mejor parte del día. De pronto, como ha sucedido durante los últimos setenta y seis días, la tarde comienza a proyectarse con una majestuosa nitidez. El cielo es infinitamente azul y el sol esta brillando con más intensidad que cualquier día común. Me deshago de los pensamientos con lo que he aprendido a convivir aún cuando se empeñan en atacar a la menor provocación con una estrategia tan meticulosamente elaborada que terminan por librar muy dentro de mí, en mi cabeza, en mis entrañas, en mí interior batallas de horas, días enteros, semanas. Estoy esperando a quién me ha conducido por el camino menos maltrecho a una nueva ilusión. Margarita que parece caminar entre nubes hacia mí, sorteando a los peatones, a la señora del puesto de periódicos y a dos niños que la han hecho participe de un improvisado juego de pelota. Nos saludamos con un beso en la mejilla. De pronto su semblante se ha tornado tenso. Su mirada se posa en mi fiel seguidor, el bendito sobre. Con un rápido movimiento me ha arrebatado el sobre, ha tomado mis dos manos en las que deposita ya no un sobre arrugado con furia sino un recuerdo olvidado del pasado. Únicamente una mirada bastó para decidirnos a botarlo juntos en el contenedor de basura. Se ha inclinado hacía mi acercando su boca a mí oído para susúrrame que me ama, que me lo ha dicho mil veces, que soy un ser humano como cualquiera que lamentablemente tomó una mala decisión y que juntos superaremos éste duro proceso. A partir de hoy mi mañana se llenará con la sencillez de una margarita a la que prometo no deshojar ni lastimar. Después de un largo beso, caminamos tomados de las manos atravesando el parque, con la plena determinación de hacer una escala en las nieves de Don Lupe.
Nos leemos luego.

He renunciado a ti

Renunciar. El diccionario de la Lengua Española en su vigésima edición define el significado de la palabra como el hacer una dejación voluntaria, dimisión o apartamiento de algo que se tiene, o bien se puede tener; desistir de algún empeño o proyecto y privarse o prescindir de algo o de alguien. En términos breves renunciar es sinónimo de abandonar, alejar, abdicar.

Puede leerse sencillo, pero detrás de ésta palabra se esconden los más aguerridos enemigos, aquellos que no se dan por vencidos a la primera de cambios. Son esas sombras que te siguen sigilosamente para hacerte dudar, para acorralarte y entonces hacer que desistas de tus decisiones que te han costado tanto, vaya que al final del día su único propósito es hacer que renuncies a lo que pretendes renunciar.

¿Complicado? Personalmente creo que no, porque todo depende del cristal a través del cual se mira. Puedes elegir facilitarte las cosas o complicarte con miedos, temores y vacilaciones.

Si todos optáramos por la primera opción, entonces el tomar éstas decisiones sería un juego de niños y cualquiera en éste país multicultural podría renunciar a su trabajo mal pagado no sin antes gritarle unas cuantas verdades al jefe que nunca pagó el tiempo extra y decirle a la cara que carece de elementos para funcionar como un buen líder. Otros tantos renunciarían a su función como servidores públicos porque simplemente tienen muy presente su incapacidad para desarrollarla de la mejor manera posible, los políticos y burócratas también abdicarían. Los investigadores renunciarían a su trabajo que no brinda resultados prometedores ante la cura de los grandes males que nos aquejan. Aquellos que se aferran a una relación que dista mucho de ser amorosa la abandonarían; los egoístas se privarían de los bienes materiales que atesoran pero saben bien que alguien más podría necesitarlos y los olvidados rechazarían el anonimato. Los cobardes se alejarían de su lugar seguro para arriesgarse a llegar más lejos y los valientes se apartarían de los cobardes porque sin unos no existen los otros. Los escépticos prescindirían de su falta de fe y los religiosos de su fanatismo.

Ahora mismo estoy convencido que renunciar es evolucionar, transformarse, reinventarse, es dar el siguiente paso. Por ésta razón los inconformes renunciamos a los convencionalismos. Los bien intencionados renunciamos al instituto político al que tanto le dedicamos y con el que desde el inicio nos comprometimos incondicionalmente porque llegado el momento de actuar y demostrar de lo que estábamos hechos, nuestros “lideres” simplemente se dejaron vencer mucho antes de que diera inicio el combate. Los arriesgadamente valerosos renunciamos al círculo de amigos con los que únicamente aprendimos a vivir de prisa, a querernos comer el mundo de un sólo mordisco, a coexistir con estereotipos banales y a juzgar sólo por pura diversión. Los de espíritu independiente renunciamos al hogar que nos vio crecer para perseguir nuestra libertad, nuestro espacio y nuestro propio orden. Los liberados nos atrevemos.

Lo importante cuando renuncias es llevarte contigo todo lo que puedas y no me refiero a la engrapadora o al paquete de quinientas hojas blancas sino a las experiencias, los recuerdos, los momentos especiales y las vivencias.

Lleva todo contigo, no dejes nada abandonado en cajas de archivo muerto, atesora las experiencias de vida y el aprendizaje adquirido, lleva también contigo los recuerdos de familia, incluidos aquellos que te ruborizan y también los que hoy te identifican y te hacen formar parte de ella, súmale los tropiezos que sin duda te han hecho mucho más fuerte, agrega también las risas y los juegos, los logros y las equivocaciones. Los amores y los desencuentros. Los pleitos y también las reconciliaciones. Pero aún más importante compártelo, no lo guardes únicamente para ti, porque entonces necesitas renunciar también a tu egoísmo.

Renunciar es un concepto que únicamente tiene sentido para aquellos que arriesgan el todo por el nada, el sí por el no, el reto por la costumbre. Renunciar es hacer tuya la oportunidad de volver a comenzar.
Sólo por hoy ¡Atrévete!

Nos leemos luego.

Realmente no estoy tan solo

Hoy de nueva cuenta al despertar te noté en el lado izquierdo de mí cama, una vez más velaste mis más íntimos sueños, y como un ángel guardián me has prometido quedarte conmigo a lo largo del día.

Tomamos juntos el cereal con leche y frutas. Mientras manejaba rumbo a la oficina sintonizaste nuestra canción favorita, me ayudaste con la nota de prensa sobre los renovados procesos electorales en nuestro país y también, juntos revisamos los correos electrónicos que incluían la buena noticia de nuestra próxima publicación. Por último cenamos acompañados de una copa de vino tinto y de las sonrisas sinceras con los amigos de siempre.

Al llegar a casa, y justo antes de dormir, cuando cepillaba mis dientes, me sonreíste frente al espejo y pude ver que mi rostro y el tuyo eran uno sólo. El rostro de quién se ama y acepta sin condiciones, el rostro satisfecho de aquél que se atreve a desafiar al tiempo y al espacio, el de un ser humano que se aferra a la vida y da valor a aquellas cosas que realmente importan, dejando de lado las banalidades y las falsas expectativas. El rostro de quién sueña con lo imposible, aunque tenga que morir en el intento para crear posibilidades que le permitan concretar aquello que se vislumbra como inexistente. De quién disfruta de su propia compañía y que sin temor, se arriesga a reconocerse a diario. El rostro, de aquél afortunado que se sabe querido por su más íntimo cómplice, su ser mismo.

El fiel aliado con quien comparto mis sueños, mis logros y todos los buenos momentos, las noches buenas y las comidas afuera, cervezas y cigarros, el mismo que incondicionalmente camina a mí lado en todo momento y que me hace sentir seguro a cada instante.

En ocasiones la propia realidad cotidiana que no envuelve nos obliga a dudar acerca de las decisiones que tomamos y que nos fortalecen, las mismas que nos exigen probar ser más arriesgados y más humanos ante los retos propios de estar vivos. La realidad que nos hace pensar en aquello que más de uno teme en las noches más frías y lluviosas: la soledad.

Sin embargo sentirse solo es meramente un sentido tradicionalista, al final del día realmente nadie está completamente solo, muy por el contrario siempre estaremos rodeados de nuestros propios temores y afectos, nuestras capacidades, expectativas y nuestras experiencias generadoras de recuerdos atemporales.

Vivir en tu depa de soltero, quedarte sin cita un jueves por la noche, ó comprar un solo ticket en la taquilla del cine para ver Star Trek, son elecciones propias que se disfrutan de la misma manera que nos deleita el capturar una foto inspiradora, leer un buen libro ó bien escribir unas cuantas líneas.

El concepto de la soledad se asocia al aislamiento, a la incomunicación y a la melancolía, pero también es cierto que quien no se siente bien consigo mismo, quien no se acepta, se gusta y se quiere (la entusiasmada concepción de autoestima) por consecuencia directa no le va bien intentando ciegamente querer a alguien más, porque al pretender perderse en la mirada del igual, termina perdiendo algo más íntimo y esencial, la congruencia y honestidad.

Hace algún par de meses presencié una plática en la cual la conferenciante aludía mucho al término egoísmo, pero un egoísmo sano que se apega más al amor propio, a anteponer nuestros intereses y convicciones a los convencionalismos establecidos.
Sin duda debemos ser un tanto egoístas, desarrollar la práctica de cultivar nuestro ego, alimentarlo tanto para que al final del día seamos nosotros mismos quienes elijamos la manera en la que queremos vivir, y en definitiva querer a nuestro propio yo como quieren los niños, justo hasta a la casa de los príncipes y las princesas -ahora también se le han sumado las hadas- para que no temamos ni por equivocación quedarnos solitos en casa.
Nos leemos luego.

Expulsación

¿Te has preguntado alguna vez, porqué suceden las cosas de tal ó cual manera? Ayer mismo yo me cuestioné lo mismo, la respuesta aún no la sé. Pero me encantaría averiguarla, porque aunque estoy seguro que una decisión que crees acertada puede dar inicio a nuevas etapas y experiencias, también es capaz de herir a las personas que más quieres, dejándote al final una sensación de vacío tan inmensa, sofocante y hasta lastimera que te hace vacilar y dudar para continuar avanzando.

Hoy después de cinco días de descanso obligatorio volví a mi vida habitual, -o lo más parecido a ella- es decir regresé a la oficina. Después de los buenos días y el primer café; la junta del lunes (miércoles en éste caso tan particular) me abasteció de la noticia del regreso ineludible a nuestros hogares, la situación epidemiológica que actualmente despunta en nuestro país se proyecta como más atemorizante que tranquilizadora. Por supuesto mi actitud no fue de complacencia sino más de pesar, de preocupación por la crisis de pánico que cada día se extiende desmesuradamente entre la mayoría, de temor ante las medidas precautorias que parecen no brindar resultado porque para infortunio de los clasemedieros –me incluyo por consecuencia circunstancial- nos cuesta bastante creer y confiar en los legisladores, gobernantes y demás figuras públicas de nuestro México, lindo y por el momento “influenziado”.

Así que me encuentro escribiendo éstas líneas en mi compu, que sin duda alguna comienzan a desentrañar la respuesta tan esperada…

Este fin de semana largo, con la influenza humana de escenario fue especialmente controversial, personalmente hablando. Fue, en resumen una sumatoria de calificativos protagonistas de emociones encontradas. Pronunciados entre ellos un “te amo” con sabor a cine de martes y pizza de miércoles, uno de esos te amo que se saben sinceros y honestos, pero con esa misma honestidad y contra todos los pronósticos un te amo no correspondido, un “¿te han dicho que eres muy inteligente?” y hasta un “te ves lindo cuando duermes”, sí, ese me gustó mucho -sobre todo porque ronco a horrores- aunque usted no lo crea…

Pero, como en todos los cuentos hay que darle un giro a la historia feliz, vaya que hay que ponerle un poco de misterio y saborcito agridulce para que al final cuando se lea “y vivieron felices por siempre” estemos realmente convencidos que en efecto, los protagonistas de nuestras historias vivirán felices porque habrán de morir en el intento para lograrlo si es necesario, también es mi deber confesarles que igualmente fue lanzado maliciosamente un misil donde se leía un “me parece que juegas con las personas” y una palabra más que inicia con “mani” y termina con “pulador” (manipulador para los que dudaron un poco), demasiado fuerte ¿no les parece?

Rebobinando el casette (en los 80´s aún no nos tocaba el DVD) para hallar la razón de ser de este comportamiento, me encontré que durante la mayor parte de mi infancia, mis juguetes preferidos siempre fueron los PlayMobil (aunque la espada de He-Man también era una de mis favoritas: “por el poder de Grayskull…” y el envase de Frutsi en la Bimex por supuesto) para mí, el coleccionar pequeños seres para crear pequeñas poblaciones, inmersas en pequeñas ciudades, colonias y sociedades era cosa de niños, con los integrantes del barco pirata, el salvaje oeste ó el castillo medieval, todos y cada uno de ellos perfectamente adaptados, meticulosamente sincronizados y estratégicamente establecidos para que de esta manera no se combinaran los unos y los otros, así los piratas no podían ni por equivocación construir un puente ó bien disponer la vialidad frente al colegio y por consecuencia directa los caballeros medievales tampoco eran los protagonistas de las historias del viejo oeste.

Lo que quiero comunicar es, que cada quien jugaba con su cada cual, todos desempeñaban un papel determinado en sus mundos con guiones minuciosamente asignados, un rol de mucha importancia, porque si alguno de ellos enfermaba, huía por la ventana al jardín junto a la casa del perro o bien se escondía hasta el fondo del armario, simple y llanamente la aventura no era la misma, la misión encomendada para los pueblos y los castillos no se cumplía, así que todos, desde el astronauta hasta el sheriff eran por demás importantes. No podían existir los unos sin los otros aunque ello significara que habitaran en universos paralelos los cuales nunca se encuentran.

Seguramente de ahí proviene el individuo extravagantemente manipulador de situaciones, el controlador de las emociones y el examinador de conductas y acciones. Sin temor a la horca me declaro culpable, soy manipulador, pero manipulador con una causa por demás justificada, soy aquél que antepone la practicidad a los sentimientos cuando sabe que estos corren un riesgo casi mortal, cuando los intereses personales vacilan en la cuerda floja de las decisiones de otros, porque estoy convencido que nuestras decisiones son íntimamente nuestras y jamás deberán ser condicionadas por terceros. Soy el imprudente que antepone la honestidad a la costumbre y el reto a la cotidianidad, el mismo quien añora un poquito de verdad incluso cuando es comúnmente conocido que esta no peca pero incomoda.

¡Voilà! Ahí tienes la respuesta, de nueva cuenta es mucho más sencillo de lo que parece, tú eres el único capaz de permitirte llorar a la sombra de un árbol en cualquier noche triste ó con determinación y firmeza dar el siguiente paso, avanzar a través de los obstáculos que en ocasiones se dibujan como inquebrantables. En lo personal opto por lo segundo y le sumo a ésta ecuación vitalicia la honestidad en todo momento, primero contigo mismo y después con los que te rodean.

Entonces, definitivamente las cosas suceden porque tú te has atrevido a realizarlas, eres tú la causa y efecto de todo lo bueno, malo y diferente que te rodea y te diferencia del resto de los grandes competidores inmersos en nuestras grandes ciudades.

Muy atinadamente, éste fin de semana también me acusaron de práctico, pragmático en estas cuestiones tan peculiares, aunque me restaron el crédito al inferir que es cuestión meramente hereditaria ¿será?

Y, por supuesto confieso que también juego con las personas, pero con la preposición “con” explícitamente inmersa en la oración. En sentido literal y figurativo juego con las personas en el mismo equipo, jugando para el mismo fin y consiente que el juego de la vida crea más polémica incluso que el futbol, al final del día que sentido tendría no jugar y exponerte con valentía a las faltas y a las tarjetas rojas para permanecer únicamente como espectador, aguardando a que sean los demás quienes anoten y se lleven la gloria y los aplausos.

¡Goooool! Por los buenos momentos y la última noche que pasé contigo…

Nos leemos luego.

miércoles, 22 de julio de 2009

Víctor is...


Muy temprano ésta mañana -bueno, para ser honesto no tanto- sólo después de los buenos días, de un delicioso rollo casero de canela con pasas y una lechita baja en calorías, me dispuse a revisar exhaustivamente las novedades en el foro social que al día de hoy se ha convertido en mi agenda personal, en el enlace con la realidad cotidiana que misteriosamente nos envuelve con noticias que reportan fortuitos golpes de Estado, inesperadas muertes de ídolos ochenteros y engorrosos trámites internacionales y, por supuesto el que ha descubierto mi recién lado voyerista, el mismo que me obliga a permanecer interminables minutos descifrando emociones en los updates de los status de mis contactos… corrijo: conexiones.

Luego de hacer lo propio y “actualizar mi estado” que particularmente hoy se lee bastante alentador, decidí abrir la característicamente ya conocida “galleta de la fortuna” -solo por pura curiosidad, cabe “aclarar”- pues bien la curiosa galletita me ha dicho que alguien me está pasando por alto y es preciso que le recuerde que existo. Pero… ¿Cómo se le hace en esos casos para recordarle a quien aún no te conoce que existes? Porque estoy seguro que sé quien es (o al menos lo quiero pensar así) ¿ya les dije que hoy me siento muy motivado verdad?

Más de 250 millones de personas contenidas en el caralibro alrededor del mundo comprueban que obligadamente tenemos un deseo incontenible por compartir -conectarnos, propiamente dicho en lenguaje electrónico- con los amigos (incluidos por obviedad aquellos que habitan en otros países), los ligues, los antiguos compañeros de la universidad, la familia y por supuesto con esa persona que aún ignora que existes.

Éste foro que hace las veces de puente entre el mundo real en el que coexistimos y el mundo virtual de la red global permite que reflexionemos sobre la información compartida, la misma que pelea por ser libre, por motivarnos, por hacernos recapacitar y originar controversia, quiere que tengamos la oportunidad de expresar libremente quienes somos y sin duda lo más importante es que estamos siendo nosotros mismos quienes hemos dispuesto liberarla.


  • Roberto.- Vic, Vic…

  • Víctor.- Rob, Rob… ¿Cómo estás? ¿Cómo va todo sin tu otra mitad?

  • Roberto.- Genial, hemos hablado mucho y los planes se visualizan muy prometedores, de hecho pensamos vivir juntos pronto. Voy a mudarme a Londres.

Continúo navegando en el sitio, efectivamente somos cada día más los arriesgados que involucramos emociones en el caralibro para proyectar estados de ánimo, nuevas conquistas, renovadas emociones, logros personales y hasta trivialidades cotidianas como la de anunciar que estamos comiendo unos crujientes “churrumais con limoncito”.

Me he enterado del nacimiento en Madrid de la tierna bebita de Marcela, lo mismo que la distancia hace extrañar aún más lo que más amamos, tal como lo manifiesta Cecilia desde San Francisco, del nuevo y deslumbrante trabajo de André que incluye acondicionar un nuevo departamento y de la relación platónica de Paula. Eduardo ha subido las fotos de sus últimas vacaciones y Gerardo fue etiquetado por un amigo en común en una fiesta temática.

  • Roberto.- ¿Cuándo vienes? Quiero presentarte a alguien.
  • Víctor.- ¿En serio? ¿A quién?

A Fercho ya no le da miedo montar en bici aunque se rompa un brazo -es la analogía que ha decidido escribir para expresar que le ha perdido el miedo a enamorarse otra vez- Daniel fue objeto de la delincuencia y vaya que le robaron hasta la camisa y Liliana por fin puso en su lugar a la compañera en la oficina que le hacía la vida imposible.


  • Roberto.- Pues… me comentó que le gustaste de una foto en el Facebook, creo que de la fiesta de tu primo.

  • Víctor.- ja ja ja… ¡ya sé quien es! Por supuesto que si voy…

¿Les dije que particularmente hoy me sentía muy bien? Bueno ahora ya sé como se le hace para hacerle saber que existes a aquella persona que intentaba pasarte por alto: hazte fan de Facebook…

Seguro que Marck Zuckerberg no imaginó el alcance de la creación de una red escolar cuyo principal objetivo fuera el de usar identidades reales, la misma que en lo particular en este justo momento me mantiene "on line" compartiendo mis emociones.

Pongo play al reproductor de música de mi computadora personal para escuchar “Te vi” de Hombres G al mismo tiempo que actualizo mi status a: Víctor is… “re-contento” :)

De pronto te vi y tú me miraste a mí…

Nos leemos luego.



*Los nombres han sido cambiados, las ciudades también.


viktorkamacho.