lunes, 3 de agosto de 2009

Expulsación

¿Te has preguntado alguna vez, porqué suceden las cosas de tal ó cual manera? Ayer mismo yo me cuestioné lo mismo, la respuesta aún no la sé. Pero me encantaría averiguarla, porque aunque estoy seguro que una decisión que crees acertada puede dar inicio a nuevas etapas y experiencias, también es capaz de herir a las personas que más quieres, dejándote al final una sensación de vacío tan inmensa, sofocante y hasta lastimera que te hace vacilar y dudar para continuar avanzando.

Hoy después de cinco días de descanso obligatorio volví a mi vida habitual, -o lo más parecido a ella- es decir regresé a la oficina. Después de los buenos días y el primer café; la junta del lunes (miércoles en éste caso tan particular) me abasteció de la noticia del regreso ineludible a nuestros hogares, la situación epidemiológica que actualmente despunta en nuestro país se proyecta como más atemorizante que tranquilizadora. Por supuesto mi actitud no fue de complacencia sino más de pesar, de preocupación por la crisis de pánico que cada día se extiende desmesuradamente entre la mayoría, de temor ante las medidas precautorias que parecen no brindar resultado porque para infortunio de los clasemedieros –me incluyo por consecuencia circunstancial- nos cuesta bastante creer y confiar en los legisladores, gobernantes y demás figuras públicas de nuestro México, lindo y por el momento “influenziado”.

Así que me encuentro escribiendo éstas líneas en mi compu, que sin duda alguna comienzan a desentrañar la respuesta tan esperada…

Este fin de semana largo, con la influenza humana de escenario fue especialmente controversial, personalmente hablando. Fue, en resumen una sumatoria de calificativos protagonistas de emociones encontradas. Pronunciados entre ellos un “te amo” con sabor a cine de martes y pizza de miércoles, uno de esos te amo que se saben sinceros y honestos, pero con esa misma honestidad y contra todos los pronósticos un te amo no correspondido, un “¿te han dicho que eres muy inteligente?” y hasta un “te ves lindo cuando duermes”, sí, ese me gustó mucho -sobre todo porque ronco a horrores- aunque usted no lo crea…

Pero, como en todos los cuentos hay que darle un giro a la historia feliz, vaya que hay que ponerle un poco de misterio y saborcito agridulce para que al final cuando se lea “y vivieron felices por siempre” estemos realmente convencidos que en efecto, los protagonistas de nuestras historias vivirán felices porque habrán de morir en el intento para lograrlo si es necesario, también es mi deber confesarles que igualmente fue lanzado maliciosamente un misil donde se leía un “me parece que juegas con las personas” y una palabra más que inicia con “mani” y termina con “pulador” (manipulador para los que dudaron un poco), demasiado fuerte ¿no les parece?

Rebobinando el casette (en los 80´s aún no nos tocaba el DVD) para hallar la razón de ser de este comportamiento, me encontré que durante la mayor parte de mi infancia, mis juguetes preferidos siempre fueron los PlayMobil (aunque la espada de He-Man también era una de mis favoritas: “por el poder de Grayskull…” y el envase de Frutsi en la Bimex por supuesto) para mí, el coleccionar pequeños seres para crear pequeñas poblaciones, inmersas en pequeñas ciudades, colonias y sociedades era cosa de niños, con los integrantes del barco pirata, el salvaje oeste ó el castillo medieval, todos y cada uno de ellos perfectamente adaptados, meticulosamente sincronizados y estratégicamente establecidos para que de esta manera no se combinaran los unos y los otros, así los piratas no podían ni por equivocación construir un puente ó bien disponer la vialidad frente al colegio y por consecuencia directa los caballeros medievales tampoco eran los protagonistas de las historias del viejo oeste.

Lo que quiero comunicar es, que cada quien jugaba con su cada cual, todos desempeñaban un papel determinado en sus mundos con guiones minuciosamente asignados, un rol de mucha importancia, porque si alguno de ellos enfermaba, huía por la ventana al jardín junto a la casa del perro o bien se escondía hasta el fondo del armario, simple y llanamente la aventura no era la misma, la misión encomendada para los pueblos y los castillos no se cumplía, así que todos, desde el astronauta hasta el sheriff eran por demás importantes. No podían existir los unos sin los otros aunque ello significara que habitaran en universos paralelos los cuales nunca se encuentran.

Seguramente de ahí proviene el individuo extravagantemente manipulador de situaciones, el controlador de las emociones y el examinador de conductas y acciones. Sin temor a la horca me declaro culpable, soy manipulador, pero manipulador con una causa por demás justificada, soy aquél que antepone la practicidad a los sentimientos cuando sabe que estos corren un riesgo casi mortal, cuando los intereses personales vacilan en la cuerda floja de las decisiones de otros, porque estoy convencido que nuestras decisiones son íntimamente nuestras y jamás deberán ser condicionadas por terceros. Soy el imprudente que antepone la honestidad a la costumbre y el reto a la cotidianidad, el mismo quien añora un poquito de verdad incluso cuando es comúnmente conocido que esta no peca pero incomoda.

¡Voilà! Ahí tienes la respuesta, de nueva cuenta es mucho más sencillo de lo que parece, tú eres el único capaz de permitirte llorar a la sombra de un árbol en cualquier noche triste ó con determinación y firmeza dar el siguiente paso, avanzar a través de los obstáculos que en ocasiones se dibujan como inquebrantables. En lo personal opto por lo segundo y le sumo a ésta ecuación vitalicia la honestidad en todo momento, primero contigo mismo y después con los que te rodean.

Entonces, definitivamente las cosas suceden porque tú te has atrevido a realizarlas, eres tú la causa y efecto de todo lo bueno, malo y diferente que te rodea y te diferencia del resto de los grandes competidores inmersos en nuestras grandes ciudades.

Muy atinadamente, éste fin de semana también me acusaron de práctico, pragmático en estas cuestiones tan peculiares, aunque me restaron el crédito al inferir que es cuestión meramente hereditaria ¿será?

Y, por supuesto confieso que también juego con las personas, pero con la preposición “con” explícitamente inmersa en la oración. En sentido literal y figurativo juego con las personas en el mismo equipo, jugando para el mismo fin y consiente que el juego de la vida crea más polémica incluso que el futbol, al final del día que sentido tendría no jugar y exponerte con valentía a las faltas y a las tarjetas rojas para permanecer únicamente como espectador, aguardando a que sean los demás quienes anoten y se lleven la gloria y los aplausos.

¡Goooool! Por los buenos momentos y la última noche que pasé contigo…

Nos leemos luego.

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