lunes, 3 de agosto de 2009

Sebastián

México, segundo lugar mundial después de Colombia en índice de secuestros.
17 secuestros por día según el Instituto Ciudadano de Estudios sobre Inseguridad.


De Sebastián todos dicen que es un excelente estudiante, un hijo ejemplar y un destacado deportista. Sebastián tiene diecinueve años, estudia en una institución privada y forma parte de la selección juvenil de natación del distrito. Sebastián tiene una novia de quién está fascinadamente enamorado, con ella comparte la mayor parte del tiempo, se llama Natalia y es una ´niña bien´ (al menos eso piensa la madre de Sebastián). Juntos tuvieron torpemente su primera vez hace dos años una tarde de mayo después de tomar un café en algún Starbucks de ésta transitada ciudad, justo al mes de conocerse en una pool party en Teques, organizada por Jorge un viejo conocido de ambos.

Sebastián estudia Arquitectura porque está convencido de lo que quiere, una profesión que le permita concretar sueños, construir hogares y hospitales funcionales, llenar espacios, vaciar otros tantos más, proyectar su potente creatividad, plasmar emociones, desarrollar conjuntos simétricos, asimétricos, coloridos y totalmente ausentes de color, estructuras atemporales y vanguardistas. Cuando Sebastián se gradúe podrá hacerse cargo de la compañía constructora de su padre.

Sebastián preside una asociación que brinda ayuda a quienes menos tienen, durante sus veranos viaja con un grupo de amigos a las zonas marginadas del país para llevar donaciones en especie como despensas, ropa y juguetes (especialmente balones de fut para organizar las ´cascaritas´ con los niños de las comunidades), además de brindar asesorías en temas diversos entre ellos planeación familiar, integración de sociedades, violencia intrafamiliar, ecología y adicciones. También busca la generación de apoyos financieros que capta mediante la implementación de proyectos de desarrollo sustentable comunitario en las zonas que visita.

Sebastián no fuma, su abuela materna falleció de enfisema pulmonar cuando él tenía trece años. Bebe ocasionalmente, casi siempre en los eventos sociales organizados por sus padres. No tiene mascotas porque simplemente no le gustan. Es el mayor de tres hermanos y el nieto consentido de su abuelo Claudio. Sebastián es todo lo bueno que la sociedad mexicana pudiera esperar, es un líder nato, un amigo incondicional y un extraordinario estratega.

De Sebastián todos dicen que le espera un futuro prometedor. De Sebastián todos dicen que ganara el campeonato nacional en estilo crawl en la modalidad de 200 metros. De Sebastián todos dicen que es un ser humano honesto, trabajador y con un gran sentido de la humildad. De Sebastián todos dicen que seguramente obtendrá mención honorífica el día de su graduación. De Sebastián todos dicen que sin duda concretará todos sus planes y proyectos. Lo que nadie dijo de Sebastián es que sería victima del crimen organizado. Lo que nadie predijo acerca de Sebastián es que sería secuestrado.

El once de agosto después de abandonar el campus en su modesto auto que jamás atraería la atención de ningún delincuente, manejando por una conocida avenida camino a reunirse con sus padres en un restaurante del sur de la ciudad para una comida casual, a Sebastián le arrebataron sus sueños. De la nada fue interceptado por dos vehículos sin placas que le cerraron el paso. El cristal de su auto fue roto con la cacha de una pistola, el impacto dejo severos daños en el rostro de Sebastián, con desmedida violencia fue bajado de su auto y arrastrado a la camioneta de color negro que llegó justo para realizar el ´levantón´. Durante los tres minutos que duró el plagio nunca dejaron de apuntarle con una pistola calibre nueve milímetros.

Sus padres esperaron cerca de una hora por Sebastián, nunca pudieron comunicarse con él. El teléfono móvil de Sebastián aparentemente no funcionaba. A las 18:00 horas los padres de Sebastián recibieron una llamada que les anunció sin más que el excelente estudiante, hijo ejemplar y destacado deportista había sido secuestrado…
A partir de entonces la vida de Sebastián no volvería a ser igual. Desde aquél día Sebastián paso a ser parte de una estadística que va en aumento día con día y terminó convirtiéndose en una mercancía canjeable por millones de pesos.

La familia de Sebastián sufrió entonces el duelo del hijo perdido, la incertidumbre se convirtió en el pan de cada día, las noches nunca fueron más frías y solitarias, el conciliar el sueño era imposible y mantener la calma lo más similar a un martirio. La madre de Sebastián que nunca creyó en un Dios inició un grupo de oración donde a diario se ruega por el regreso de Sebastián. Mientras, su padre llora inconsolablemente cuando se haya sólo en su despacho y sus hermanos menores aún no terminan de entender que sucede con su hermano. Natalia enciende todos los días una vela blanca para mantener iluminada la confianza de ver a Sebastián de nuevo y sus amigos toman más precauciones al salir de casa.

El cautiverio de Sebastián ha durado doscientos treinta y tres días, dieciséis horas y cincuenta y cinco minutos. Las negociaciones concluyeron el día ciento cuarenta y siete cuando los padres de Sebastián cansados de luchar solos, respaldados únicamente por una empresa de seguridad privada que poco hacía por devolverles a su hijo decidieron hacer del conocimiento público el caso de Sebastián. Las investigaciones por parte de la Procuraduría Federal iniciaron y con ello también se desencadenó una nueva ola de amenazas. Las reglas del juego habían cambiado y la esperanza de recuperar a Sebastián por instantes se hizo evidente. Sin embargo los días transcurrieron sin ningún indicio de Sebastián. Hoy ocho de abril es el cumpleaños número veinte de Sebastián…

De Sebastián todos decían que llegaría lejos porque era un soñador que creaba posibilidades a partir de lo imposible. De Sebastián decían que sería un gran arquitecto. Lo que nadie predijo acerca de Sebastián es que le arrebatarían sus ideales. Lo que nunca nadie pensó de Sebastián es que plagiarían su identidad y su libertad. Lo que nadie dijo de Sebastián es que Sebastián ya nunca más sería Sebastián. Lo que nadie se ha atrevido a comentar acerca de Sebastián es que quizá Sebastián esté muerto.

Sebastián es un secuestro más, un número, una cifra. Sebastián es una causa y una oportunidad para actuar, para levantar la voz y exigir más seguridad, para reclamar procesos legales más estrictos. Es la ocasión para demandar castigos más severos a los secuestradores y la generación de una garantía de identidad y ubicación geográfica de quién utiliza un teléfono móvil.
Los registros del número real de secuestros en México son una utopía, simplemente no existen, mientras el Instituto Ciudadano de Estudios sobre Inseguridad refiere un dato, la Procuraduría General de la Republica emite uno más que difiere mucho de la realidad que impera en nuestro país.

Lo cierto es que únicamente te das cuenta de la magnitud del caos cuando éste te alcanza y te toca el hombro, cuando ese alguien que conociste y que significa mucho para las personas que más amas se convierte en sinónimo de secuestro, tortura y muerte. ┼

Nos leemos luego.

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