lunes, 3 de agosto de 2009

Voy a apagar la luz

Lunes... 6 a.m. La guerra ha sido declarada. El timbre del despertador ha desarrollado una meticulosa estrategia para atacar a la menor provocación. 10 minutos más es mi oferta de paz, su respuesta es un sonido mecanizado que sin duda, me sugiere que se mantiene aguardando sigilosamente con la artillería preparada el avance de las tropas enemigas. Luego una depresión tropical que me sugiere fingir una alergia al exterior lastimosamente contaminado para quedarme en cama todo el día.

La motivación llega cuando restamos a la cantidad total de desmañanados 30 millones de estudiantes que han concluido los trabajos escolares y hoy, su ausencia en las calles nos sabe bien. 30 millones de papis que no estacionan sus autos en doble fila, que no provocan accidentes viales, que no condicionan el que tanto tú como yo lleguemos tarde a la oficina.

Éste fin de semana, específicamente el sábado 5 dio inicio el Programa Hoy no circula Sabatino en el Distrito Federal maquiavélicamente orquestado por el jefe de gobierno de aquella tierra mágica donde converge un existencialismo multicultural con sabor a urbe prehispánica. Por otro lado el presidente Felipe Calderón cumplió con su parte, vaya que sí hizo su tarea al encabezar la plantación de poco menos de diez millones de árboles en todo el territorio nacional. Específicamente 9,345,984 árboles con una participación activa de más de medio millón de mexicanos y mexicanas contabilizados y notariados por 113 notarios y 359 fedatarios públicos, ahora si que nada de cuentitos ni platicaditas.

“Planta un árbol y sé parte de la historia” es el lema que identifica a ésta cruzada nacional cuya meta inicial fueron cinco millones de árboles en 368 municipios del país que albergan a una tercera parte de la población nacional y que, satisfactoriamente se rebasó.

Sin embargo, a pesar del esfuerzo realizado, las acciones emprendidas no son suficientes. Según estadísticas oficiales de Greenpeace únicamente el 10% de los árboles plantados logran sobrevivir y cumplir con el fin para el cual fueron sembrados. Por lo que habrá que poner los pies en la tierra y manifestarle nuestro respeto a las formas de vida que pelean batallas diarias por sobrevivir en un país que en su gran mayoría se mantiene indiferente al cuidado y respeto del medio ambiente.

La contaminación provocada por el uso excesivo de automóviles, la falta de conciencia al producir toneladas de basura, la nula cultura del reciclaje, el mal uso de la energía, entre tantos otros males más son agentes que están acabando con nuestro hábitat, los cambios tan irreverentes de clima son reacciones que nos gritan que es tiempo de actuar, de crear una decidida cultura ecológica a través de la educación en una sensible y esperanzada parte de la población: 30 millones de niños y jóvenes mexicanos.

Planta un árbol... (cuídalo) y entonces serás parte de la historia. Una historia donde haya lugar para la tolerancia y el respeto a la grandiosa riqueza ecológica con la que cuenta nuestro país. Innegablemente nuestro principal patrimonio es la naturaleza y el medio ambiente que incluyen todas las formas de vida, y que por supuesto nos identifican como nación.

Hoy 103 millones de mexicanos (y mexicanas también) tenemos el compromiso ineludible de hacer historia, el deber de plantar y cuidar un árbol, el uso consciente de la energía eléctrica y la obligación de fomentar una contagiosa cultura del reciclaje.

Si vas a un restaurante no cometas el gravísimo error de ordenar agua embotellada, pide agua en un vaso, al final del día da lo mismo y contribuirás a la disminución del uso de más de 2.7 millones de toneladas de plástico que se utilizan anualmente para producir botellas de éste material y, si a esto le sumas los millones de barriles de petróleo utilizados, el resultado es una catastrófica bomba de tiempo.

También se vale rellenar tu botellita directo del garrafón de tu casa ó de tu oficina, de éste modo también ayudas reciclando. No conduzcas tu auto por encima de los 110 kilómetros por hora, porque estarás produciendo un escalofriante consumo de combustible, por cada galón de gasolina consumido se liberan 9 kilogramos de dióxido de carbono directamente a la atmósfera. No viajes solo, puedes organizar traslados en grupo o bien hacer uso del transporte público. Sí, no hagas mala cara que bien vale la pena.

Ahorra agua, apaga luces, utiliza lámparas ahorradoras de energía, lleva tu bolsa del mandado al “super” para no hacer uso de las bolsas plásticas, utiliza un termo para el cafecito matutino y no los vasos de unicel que tardan años en degradarse.

¿Moda, estilo de vida, exagerada preocupación, publicidad, populismo político? no importa cuál sea la causa lo importante es la consecuencia: un mundo menos contaminado, menos abusado y lastimado e indiscutiblemente con mayores oportunidades para sobrevivir.

Voy a apagar la luz para pensar en ti… y por supuesto que en ti también bendito lunes.
Nos leemos luego.

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