lunes, 3 de agosto de 2009

Sabor a mí...

Sin duda alguna nuestro modo de ser es un comportamiento que siempre estará influenciado por los amigos, la banda, los cómplices, los hermanos, los ´bros´, camaradas, amiguis (¿?), los viejos, o como quieras llamarles, por ello estas líneas las dedico a los amigos: Mis amigos, los que están, los que estuvieron y los que sin duda alguna vendrán. Y a ti te pregunto: ¿Sabes a que sabe la amistad?

Definitivamente creo que sabe a que a ti te gustan los Stone Temple Pilots y a mí Reik (¡ja!) y, sin embargo podemos pasar un rato muy chido acompañados de un par de cervezas charlando sobre la falta de compromiso para con la educación de nuestro país. Sabe a hamburguesas al carbón, condimentadas con canciones super poperas entonadas con singular acento spanglish en el karaoke doble. Sabe a reencuentro, muy similar al pan con sabor casero. Sabe a ´defe´ (a Condesa, Polanco y por supuesto a Coyoacán). Sabe a no encontrar ´la palma´ aunque pases tres veces frente a ella y me obligues a preguntar que dirección tomar. Sabe al tren suburbano y su diseño con toda su buena onda y su complicidad (¡you know!).

Tiene un sabor muy particular a delimitar estratégicamente el baño de niñas y el baño de niños. Sabe al murcielaguito con un gustillo a crudas brutales y a barbacoa disfrazada con lentes oscuros. Sabe a decir ¿tu coche o el mío? amm y creo que también sabe a jugar ´stop´ a las dos de la mañana.

Sabe a estar enamorados y ahora sólo ser un par de viejos conocidos que se miran como la primera vez en el primer encuentro porque simplemente nunca han dejado de pensarse.
Sabe a pirotecnia extrema y a colocar en una tortilla de maíz tres galletas saladas y suficiente salsa de tomate y a reír sin motivo alguno, incluso con los arcoiris imaginarios. Sabe a desayunar tortas de tamal después de las clases de francés. Sabe a risas y a heridas con sal y limón. Sabe a que a pesar que no estés en casa, visitaremos a tu mamá por la simpleza de ser una mujer tan alivianada.

Por supuesto sabe a otorgar estrellitas a los lugares para cenar los días lunes y definitivamente en todo momento tendrá un peculiar sabor a Timbiriche. Sabe a tocar timbres y a librar batallas incansables para ocupar en el auto el lugar de copiloto.

Sabe a bodas y bautizos pfft… que fuerte!¡ Sabe a decir la última y nos vamos. Sabe a planear viajes y a emprender negocios juntos. Por demás esta decirte que sabe a que te brinden oportunidades y también a saber aprovecharlas. Sabe a que confíen en ti y sabe a recibir mucha buena vibra.

Sabe a repetir ´te lo dije´ más de una vez cada que metes la pata o te clavas con quién no debías. Sabe a convencerte que todos los hombres somos iguales (y las mujeres también, claro está).
Lo que es seguro es que la amistad no tiene sabor a juzgar y mucho menos a otorgar la pena capital, la amistad no cuestiona, ni condiciona. La amistad no frena, por el contrario, la amistad impulsa.

Sin embargo, la amistad si sabe a desencuentro y a opiniones opuestas que coexisten en una convergencia policultural. Sabe a diversidad y sin duda está sazonada con ese ingrediente extra de: “yo guitarra y tu maracas”.

Los amigos se ríen cuando tropiezas pero nunca cuando caes, a menos que sea frente a la clase entera. Aunque nunca lo acepten los amigos te plantan por un nuevo ligue, pero siempre preguntan por algún primo, hermano o hasta vecino que pudiera empatarse contigo. Los verdaderos amigos no se guardan secretos sino que aprenden a escucharlos y a compartirlos. Los amigos se conocen y se aceptan entre sí.

En lo personal y lo digo porque así lo siento, la amistad nunca me sabrá a compartir un cigarro (definitivamente nunca). Y, desde luego ya nunca tendrá un sabor igual o un poco similar al que tenía hace cinco, tres o incluso el año pasado. Por lo demás tampoco me volverán a saber igual los gin tonics.

Obviamente a la familia no la eliges pero a tus amigos sí. Elige bien porque siempre serán participes de tu crecimiento, de tus logros y de tus desamores. No importa que no piensen de la misma manera o que se encuentren degustando caminos diferentes en una sociedad enclavada en una enorme cocina ficticia. Lo importante es aprender a ordenar el mejor platillo de la carta, aquél que te haga sentir seguro, el que no te obligue a pretender, acompañado de la bebida que tenga refill para que sea tu incondicional en todo momento, porque definitivamente la amistad es un banquete, un plato delicioso que te deja un muy buen sabor de boca.

Por lo pronto yo guardo tu sabor pero tu llevas también sabor a mí, mmm… ¿qué rico no?

Nos leemos luego.

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