martes, 25 de agosto de 2009

Viaje a las Estrellas


Cuando somos niños el poder de nuestra imaginación es infinito y sin lugar a dudas nuestro límite es el cielo. Es justamente durante nuestros primeros años con la influencia de la familia ó bien en el colegio con los amigos cuando nuestros sueños se empiezan a transformar en aquellos objetivos que intentaremos concretar a lo largo de nuestras vidas.


Sin embargo, son pocos los verdaderamente arriesgados, quienes, al pasar de los años mantienen aún presentes las expectativas que se forjaron en la infancia. José Hernández, un mexicano nacionalizado estadounidense con casi cincuenta años de edad, es la prueba fiel de que los sueños que se poseen cuando se es niño, se pueden convertir en una realidad. En un par de días el Discovery -primer transbordador espacial cuya tripulación cuenta con dos miembros de origen hispano, entre ellos Hernández, quién en recientes entrevistas confesó que desde niño quiso volar al espacio- aguarda pacientemente su lanzamiento y cumplir así una misión de trece días en la Estación Espacial Internacional.


Particularmente este fin de semana, una persona a quien admiro mucho y cuya manera de conducirse, además de su desarrollo profesional han influido en el mío propio, compartió conmigo una reflexión sobre las sueños, el trabajo, la dedicación y el esfuerzo que implica cumplirlos: “El verdadero éxito en la vida se basa en la sabiduría que nos brinda la capacidad de adaptarnos a las condiciones de la vida misma”


Así que, lejos de frustrarnos cuando creemos que las circunstancias nos obligan a olvidarnos de nuestras metas ó nuestros sueños, es justo que volvamos la vista y recapitulemos nuestras acciones para de ésta manera orientar de nuevo los objetivos que verdaderamente son primordiales, porque, en definitiva los sueños cambian a medida que acumulamos vivencias a lo largo de nuestra existencia, pero lo que nunca debe modificarse es la ilusión de creer en uno mismo y en los demás, la fe para continuar soñando y la fuerza de voluntad para convertir aquello que más anhelamos en una realidad.


Gene Roddenberry (creador de Star Trek) lo sabía, llegaría el momento en que más de uno desearíamos tripular la nave Enterprise para emprender nuestro propio viaje a las estrellas.


Nos leemos en el espacio.

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