viernes, 10 de julio de 2009


Amigos, simplemente amigos.


Después de sólo un par de meses –luego que la emoción de esperarte, el deseo de soñarte y las ansías de abrazarte se desvanecieron en el aire como el humo de éste cigarro que recién he apagado en el cenicero del auto- llegó lo que ambos sospechábamos: el fin de una etapa y por consecuencia el inicio de una nueva.

Debía decírtelo porque de no hacerlo seguramente no habría quedado más nada que me hiciera pedirte lo que a ti te pareció la mayor ofensa a tu ego, a tu amor propio y a tu zona de confort, lo único que deseaba era que continuáramos siendo amigos, tanto ó más que antes de robarte ese primer beso que liberó nuestras ganas contenidas.

Ahora tengo clarísimo que no bastó con ser honesto, también requerías de una dosis doble de “chiquitolina” que te permitiera disminuir tu tamaño y entonces no sentir tan agudo lo que tu llamas un dolor que te cala hasta los huesos, pero eso no puedo dártelo yo, porque entonces la congruencia se escaparía de mi alcance.

Sin embargo es mejor así, al menos ya no siento que te engañaba cuando mis pensamientos volaban hasta la luna y regresaban inspirados para pensar en alguien más; ya no me considero culpable por no sentir lo mismo que tu sentías cuando nos dábamos el beso de buenas noches y por supuesto ya no concibo que alguna vez pensamos ser el uno para el otro.

¿Por qué te es tan difícil aceptar el hecho de que como amigos funcionamos mejor? ¿Te has enamorado de alguien tan cercano a ti que el sólo hecho de estar juntos te hace temblar de emoción? ¿Has sentido como se eriza tu piel cuando esa persona te abraza ó se despide de ti? ¿Buscas cualquier pretexto para provocar encuentros casuales y fortuitos para verse, para charlar y para salir juntos? ¿No sabes que cara poner cuando te mira fijamente a los ojos ó cuando te regala esa sonrisa tan característicamente coqueta que te aniquila por completo? Por lo demás ¿Pierdes el control total de tus emociones y de tus movimientos cuando están solos alejados por completo de los demás?

Pues si, a mí me sucedió y en efecto sucede y sucede cuando menos te lo esperas, sucede incluso sin planearlo. Nace prematuramente como parte de tus hábitos diarios, pero es decisión tuya el arriesgarte aún cuando sabes que es casi imposible que suceda algo -tan posible como detener el tiempo- cuando de sobra conoces la dirección que tomará la respuesta mucho antes de lanzar la pregunta y cuando la razón le gana al sentimiento y en conclusión te convences que es más estimulante conservar una emoción suspendida en esa complicidad de amigos que traicionar la confianza que envuelve a la propia amistad.

Por supuesto que también sucede a la inversa y es cuando te toca a ti poner las cartas sobre la mesa antes de iniciar la apuesta. Quiero ser tu amigo nada más es una frase a la que se le ha condenado con la pena capital, la cual sin darnos cuenta “aclara” los sentimientos y pone fin a las falsas expectativas para dar paso a las nuevas oportunidades, las mismas que nos regalen nuevas ilusiones y nuevos motivos para mandar nuestros pensamientos bien lejos a una misión personal en el espacio sideral.

Y desde luego que no se trata de ojo por ojo y diente por diente sólo son situaciones que nos ubican en las dificultades que implica el estar vivos arriesgándonos en todo momento para encontrar nuestro complemento, en definitiva es parte del juego donde algunas veces te toca a ti ser el racional y otras tantas más el sentimental.

La vida se trata de momentos, pero de momentos que valgan la pena. Aquellos en los que el nerviosismo te impide ser imparcial en el juego de cartas, donde los tragos saben a “me encantan tus ojos” y las caminatas matutinas te vigorizan con miradas endulzadas con leche chocolatada. Momentos que confiesan los sentimientos después de un fugitivo beso en la puerta de tu casa, innumerables momentos llenos de bromas gastadas para disimular la incontenible emoción de sentirte cerca, momentos donde no eres tu, simplemente soy yo.

Al final del día no sólo es el momento, ni mucho menos es una sola persona, son sin duda alguna los momentos en su totalidad que en lo personal, no cambio por nada.

Nos leemos luego.



viktorkamacho.

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