viernes, 9 de diciembre de 2011

Patricia



@viktorkamacho



Aunque Patricia estaba ya muy acostumbrada a los insultos de sus vecinos, todos los días antes de salir de casa y luego de mirarse por última vez en el gran espejo con marco de conchas del mar, se persignaba y pedía a la virgen de Guadalupe que la dotara de paciencia y fortaleza que le permitieran no hacer caso a los improperios de los albañiles que trabajaban en el nuevo distribuidor vial o los niños que jugaban futbol en el lote baldío de la colonia, incluso de las vecinas que arrojaban el agua de sus cubetas en el momento justo en que la pobre Patricia pasaba frente a sus puertas.

Una vez hecho esto Patricia tomaba su bolso y caminaba moviendo sus caderas al vaivén de los taconeos de sus altísimos zapatos. Patricia era demasiado coqueta, en parte, por ello despertaba la envidia de más de una de sus vecinas.

Patricia trabajaba en un despacho de abogados, su jefe el Licenciado Olmos le tenía cierto afecto y Patricia en más de una ocasión abusó de ese sentimiento. Patricia no era una mala muchacha, sin embargo sus múltiples conquistas la metían siempre en apuros.

Como la vez que aceptó salir con un socio del despacho y luego de beberse media docena de cubas libres había aceptado la sugerencia de ir a un lugar más privado. Patricia conocía perfecto cuales eran las intenciones de aquél hombre, sin embargo no dudo mucho en subirse al elegante auto de color negro rumbo a un hotel de paso de la colonia Roma.

Patricia y su acompañante nunca llegaron al hotel, detuvieron el auto cerca de un local abandonado y mientras Patricia practicaba sexo oral a su acompañante, un oficial de policía los multó por faltas a la moral. Patricia tuvo entonces que subir a la patrulla 2467 para tratar de arreglarse con el oficial. El saldo de esa noche fue el pago de una mordida por la cantidad de seiscientos pesos y una muy mala sesión de sexo para Patricia con un oficial de policía llamado Pedro Gómez, papá de tres hijos pequeños. El socio del despacho con el que Patricia había salido del bar, nunca la volvió a llamar.

O ese otro día que un chico universitario estudiante de medicina veterinaria de la FES Acatlán la invitó a ir al cine cuando se sentó a su lado en el microbús. Patricia accedió y fueron a ver una película de vampiros adolescentes que el chico había visto ya con su ex - novia. Patricia se empeñó entonces en complacer al futuro Médico Veterinario todas las tardes luego del trabajo diario en el despacho. Al principio le gustaba que el joven tuviera tanta energía, pero al pasar de dos meses comenzó a sentirse mayor y le pidió que no la buscara más porque su pareja estaba por volver de Tijuana, por supuesto Patricia mentía ya que nunca había vivido con nadie.

Patricia sólo tenía dos hermanos a los que no veía, desde que había decidido salirse de su casa. Ambos la golpeaban, la insultaban y la explotaban.

La madre de Patricia estaba enferma, pero siempre tuvo el mismo sentimiento hacía Patricia, le decía que no podía ser su hija, que se avergonzaba de ella y que más le valdría estar muerta. A Patricia le dolía mucho recordar los maltratos de su madre y sus hermanos; sin embargo los mismos maltratos la habían hecho más fuerte y decidida. Un buen día dejó de importarle lo que pensaran de ella, metió todas sus cosas dentro de una vieja maleta y emprendió la huída, nunca volteó hacía atrás, las lagrimas que escurrían de sus mejillas se perdieron con la brisa de la tarde.

Patricia no tenía amigas, su único confidente era el propietario del salón de belleza del barrio, “Jony” (como el mismo se hacía llamar) era el paño de lagrimas de Patricia, su amigo incondicional y su cómplice de travesuras.

A los dos les gustaba el té de hojas de limón y menta para los nervios y en los días de quincena salían juntos de compras. A Patricia le encantaba comprar lencería y a “Jony” películas eróticas de hombres uniformados.

Patricia había aprendido a no juzgar, ella más que ninguna persona conocía el desprecio y las burlas de sus familiares más cercanos. Por ello el día que conoció a “Jony” en una fiesta de disfraces en el departamento de un amigo en común se volvieron inseparables. A ambos les había gustado el mismo chico que únicamente usaba un par de shorts demasiado ajustados de color blanco. Al principio los dos pelearon por él pero cuando el chico salió con un señor mayor de esos que pagan a los más jovencitos por compañía los dos rieron y comenzaron a beber juntos. Desde ese día “Jony” le arregla el pelo a Patricia cada fin de mes.

Patricia tiene treinta dos años, su tez es morena y su nariz afilada. Sus ojos son demasiado expresivos y su boca demasiado provocativa. Tiene unos dientes cuidados y un lunar muy cerca del mentón. Su figura es voluptuosa, la misma que hace lucir aún más con ropa ajustada y zapatos altos.

El mayor sueño de Patricia es encontrar a un buen hombre, que la ame y la respete y que jamás la golpee. No le importa sí es humilde, aunque en secreto desea que no lo sea. En fin que lo que Patricia quiere es casarse de blanco.

Esta noche Patricia y “Jony” saldrán a bailar, les gusta practicar salsa en un bar cerca del Centro Histórico donde pueden tomar tragos por treinta y cinco pesos y bailar con instructores que se alquilan por tandas de cuarenta y cinco minutos.

Patricia se ha puesto un vestido ajustado negro con un escote en la espalda que le llega casi a la cintura. Por supuesto que para bailar salsa debía ponerse zapatos altos y eligió un par de charol con aplicaciones doradas. Mientras caminan rumbo al bar, “Jony” le confiesa a Patricia que ha conocido a un joven mecánico a quien verá en el bar.

Al llegar al bar, el amigo de “Jony” los espera en una de las mesas del rincón cerca de la barra, la música invita a bailar y Patricia decide bailar sola. Luego de un rato bailando en la pista que se ilumina con luces multicolores Patricia pide un trago en la barra y lo bebe de golpe. A su lado hay un hombre que la mira tímidamente. Patricia se le acerca y le pregunta su nombre.

El hombre se llama Manuel, trabaja como ejecutivo de cuenta en un banco y es divorciado, no tiene hijos y vive –temporalmente- con su madre.

Manuel paga un trago para Patricia y ella lo invita a bailar. Patricia baila tan bien que casi nadie nota que Manuel baila demasiado mal. Manuel invita otra ronda de tragos, está vez incluye a “Jony” y a su amigo. Luego de varias canciones e igual número de tragos “Jony” y su amigo se despiden de Patricia y de Manuel.

“Jony” llevará a su casa a su nuevo amigo y luego de un par de tequilas más su amigo se disculpará argumentando que él no es como “Jony” piensa. Le gritará maricón y dará un fuerte golpe a la puerta. “Jony” encenderá un cigarro y se recostará en su sofá con una sonrisa por demás simulada.

Mientras en el bar, Patricia y Manuel han iniciado una candente sesión de besos, su baile se ha vuelto más provocativo y su sudor empieza a recorrer todo su cuerpo. Al cabo de veinte minutos Manuel le pedirá a Patricia salir de ahí. Por obvias razones no pueden ir a casa de él, así que Patricia propone que vayan a su departamento.

Patricia sabe que Manuel se muere de ganas por estar con ella, así que sin dudar lo provoca a cada instante.

El departamento de Patricia es un espacio reducido con una sola habitación y un cuarto de baño. Patricia pide a Manuel que prepare un par de tragos mientras ella se pone cómoda. Al cabo de un rato Patricia sale del cuarto de baño con una bata de encaje que deja a la vista su esbelta figura.

Manuel está extasiado, con pulso titubeante alarga el brazo para ofrecerle el trago a Patricia. No encontró hielos, así que optó por llenar un par de caballitos con tequila reposado.

Ambos beben el tequila de un solo trago. Manuel toma a Patricia por la cintura y la despoja de la bata de encaje. Patricia pide a Manuel que tenga calma y le prepara un trago más. Manuel está ya un poco ebrio.

Patricia comienza a acariciar el miembro de Manuel que reacciona rápidamente. Con calma baja la cremallera de sus pantalones y con demasiada destreza lo pone en su boca para lamerlo; primero suavemente y después con mayor velocidad.

Manuel está al borde del clímax, en un impulso comienza besar y acariciar a Patricia, toca sus senos firmes, baja por su cintura hasta sus delineadas caderas, toma sus nalgas y las aprieta con fuerza. Patricia se desabrocha el sostén y Manuel besa sus pezones.

Patricia también está demasiado excitada. Manuel la toma otra vez de la cintura y baja sus bragas. Manuel está atónito con lo que ve. Se aleja de Patricia y se viste rápidamente.

Patricia se acerca a él y le pide que se calme. Manuel parece desquiciado, avienta a Patricia con una fuerza brutal, ella cae junto a una mesa de noche. Patricia solloza en silencio. Se levanta y le pide a Manuel que se vaya. Manuel grita y ofende a Patricia. Patricia toma un cenicero de metal y lo lanza hacía Manuel quien trata de esquivarlo pero éste lo alcanza a golpear en el rostro. Patricia le grita que se vaya, Manuel no entiende razón alguna y se lanza contra Patricia.

Patricia trata de defenderse pero la fuerza de Manuel es mayor. La golpea en la cara con brutalidad, la patea en el cuerpo, la escupe. A Patricia le cuesta cada vez más tratar de defenderse. Manuel le cubre la boca para que no grite, toma el cenicero de metal y golpea a Patricia hasta dejarla sin sentido. Manuel sale corriendo.

Patricia yace junto a la mesa de noche. Durante la pelea se ha caído un portarretratos que enmarca una vieja foto. Es la madre de Patricia que abraza a sus tres hijos varones.



Nos leemos luego.

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